Desde que asumió el cargo de primer ministro de Japón, Shinzo Abe ha estado emprendiendo frecuentes ataques diplomáticos contra China, al parecer en un intento por colocar un cerco encaminado a contener a China y a protegerse de ella.
Por una parte, Abe y los integrantes de su gabinete han realizado visitas a cerca de 30 países ubicados alrededor de China. Por el otro lado, Tokio ha invitado a líderes de más de 10 países, incluyendo a los de India y Myanmar, a visitar Japón.
Debido a que el asunto de las islas Diaoyu sigue agravándose, las actividades diplomáticas de Abe shan sido interpretadas por muchos medios internacionales como un intento por enganchar a algunos países para contener a China y así restablecer la posición dominante de Japón en Asia. Sin embargo, sin importar la construcción del "arco de libertad y prosperidad" o del "diamante de seguridad", el plan de Abe para contener a China está destinado al fracaso.
En primer lugar, las relaciones económicas y comerciales de China con sus vecinos se han desarrollado rápidamente, lo cual difícilmente puede ser modificado por Japón.
Un ejemplo es la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés). Aunque Japón es el segundo socio comercial más importante de la Asean, China ocupa la primera posición. Desde el establecimiento de la Zona de Libre Comercio entre China y la Asean, el comercio bilateral y las inversiones de ambas partes han aumentado enormemente. El comercio entre China y la Asean alcanzó un nivel histórico de 400.000 millones de dólares en 2012, la inversión en ambos sentidos fue de 100.000 millones de dólares y el intercambio personal llegó a las 15 millones de personas.
En segundo lugar, los vecinos de China, en especial los países del sudeste asiático, fueron víctimas de la agresión de Japón durante la Segunda Guerra Mundial y todavía están atentos al militarismo japonés.
Además, en lugar de reflexionar sobre la historia de agresiones de Japón, Abe responsabiliza a las víctimas e intenta desafiar el orden de posguerra, para lo cual no recibirá apoyo en el largo plazo.
Por ejemplo, durante su reciente visita a Sanya, en la provincia china de Hainan, el presidente de Myanmar, U Thein Sein, dijo que su país atesora su tradicional amistad con China y que espera que China siga ayudando a Myanmar. Por otra parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Bob Carr, dijo a su homólogo japonés, Fumio Kishida, que Australia no ha establecido una postura con respecto al asunto de las islas Diaoyu.
A pesar de que algunos países del sudeste asiático son la excepción y colaboran con Japón debido a sus disputas territoriales con China en el Mar Meridional de China, la mayoría de los países de la región coinciden en resolver los problemas mediante la negociación y ningún país ha apoyado públicamente a Japón en el tema de las islas Diaoyu.
Más importante aún es que China ya no es más el débil y empobrecido país que era durante la primera guerra chino-japonesa de 1894, ni la nación desunida que era cuando ocurrió el incidente del 18 de septiembre de 1931. Con el ascenso de su gran poder nacional, China ya no puede ser contenida de ninguna manera por Japón.