Por Álvaro Lago Sánchez
Pekín, 15/04/2013(El Pueblo en Línea)- El 3 de abril del 1973, el ingeniero estadounidense Martin Cooper hizo historia al realizar la primera llamada desde un dispositivo móvil de casi kilo y medio de peso y con una batería de sólo 20 minutos de duración.
La culminación del trabajo llegó el 6 de marzo de 1983. Tras una década de perfeccionamiento y más de 100 millones de dólares de inversión, salió a la venta el primer teléfono móvil de la historia, marca Motorola y de la serie DynaTAC. Un “ladrillo” que pesaba 800 gramos y medía 33 cm de largo. Pese a costar 4.000 dólares, se vendieron 300.000 unidades en tan solo un año.
A partir de ese momento, la tecnología dio pasos enormes y convirtió a los teléfonos en herramientas más pequeñas y con múltiples funciones, al pasar de un enorme aparato a dispositivos que ya cabían en el bolsillo de cualquier persona. Uno de los puntos más trascendentes fue la aparición del iPhone, cuando Steve Jobs dio a conocer el teléfono que revolucionó el mundo de la tecnología el 9 de enero de 2007.
Desde entonces, compañías fabricantes de teléfonos celulares iniciaron una férrea lucha del mercado con Apple, lo que ocasionó la caída de algunas, la guerra de patentes y el surgimiento de fuertes competidores, sobre todo de Samsung.
Después de 40 años de historia y transformaciones en la tecnología, Cooper opina que ya no le gustan los teléfonos móviles actuales porque “son difíciles de usar”.
Y es que con los nuevos teléfonos se abren nuevos caminos. Aplicaciones para retocar fotos, conocer a tu pareja ideal, mirarte a un espejo, convertir divisas y unidades, diccionarios, lectura de libros, televisión, radio, videojuegos, predicción del tiempo, seguimiento de vuelos, mapas de carreteras, guía de restaurantes, recetas de cocina, localizador de restaurantes, reserva de hoteles o vuelos, y un sinfín de usos que uno jamás podría imaginar.
El inconveniente de los teléfonos inteligentes es la dependencia que gran parte de la sociedad tiene en ellos. Cuando yo era niño, si me portaba mal, mis padres me castigaban sin salir. Hoy en día, si un niño hace travesuras, los padres le quitan al hijo el teléfono durante un par de días, y créanme, ese es el peor castigo que se le puede dar un niño en la actualidad. ¿Quieres conocer a tu pareja sin pasar la vergüenza de acercarte a la persona en un bar? Le escribes un mensaje por una red social móvil; ¿Quieres que tu ex vea lo mucho que has superado la ruptura? Subes una foto a tu blog en la que sales rodeado de gente nueva en la discoteca más popular; ¿te pierdes conduciendo o caminando por una gran ciudad? De sacar un mapa gigante, ¡nada de nada! El teléfono incluso encuentra el punto exacto donde estas; ¿No encuentras algo que se te ha caído en el suelo oscuro de un bar? Nada de encender una vela o un mechero. Usar el flash o la pantalla encendida de tu teléfono será mucho más práctico y rápido; ¿Eres una chica coqueta que te gusta ir arreglada y tener los labios bien pintados? ¡Cuántas chicas vemos hoy en día por la calle mirándose en el teléfono cual espejo de la bruja de Blancanieves!
Y qué me dicen del ahorro de papel, ¿Dependen o no dependen los bosques del planeta de la evolución del teléfono móvil? Porque, ¿quién de vosotros envía cartas escritas a mano en vez de un email o mensaje instantáneo desde el teléfono? ¿Quién de vosotros va aún a la tienda de fotografías una vez al mes a revelar todas las fotos que habéis hecho en fiestas o incluso caminando por la calle? Pregúntenle a un niño de diez años si alguna vez ha visto el negativo de una foto y ya me dirán…
Pero el colmo de los colmos no está ahí. Si son usuarios de las nuevas aplicaciones de mensajería instantánea, seguro que cuando conocen a una persona con la que desean continuar en contacto le habrán dicho, ¡Déjame que te escanee el código! Esto, al menos en mi tierra hace diez años te hubiesen dado una bofetada por grosero, pero hoy en día parece ser la moda. Y es que escanear el código que identifica el teléfono de cada persona es sustitutivo de pedir el número de teléfono, así que si quiere mi consejo, no sea anticuado y no vaya por ahí pidiendo números de teléfono, eso ya no se lleva: “escanéele el código a esa chica que le gusta…”.
La dependencia al teléfono móvil puede llegar incluso a causar estragos en una relación. Cuántos lectores se sienten identificados cuando digo la frase: “Cariño, ¿quieres dejar el móvil y escucharme cuando te hablo?” Lo dicho, hay que intentar controlar esa adicción contemporánea por el teléfono asesino antes de que sea demasiado tarde.
Y lo de asesino lo digo porque parece ser que la historia se repite, la historia de la tecnología que mató a la tecnología. Hace casi 20 años, los CD comenzaron a aniquilar a los cassettes. Poco después la oleada de crimen sacudió a las cintas de vídeo, exterminadas por completo por los DVD. El siguiente episodio lo protagonizaron las tecnologías MP3 y MP4, que juntas se aliaron para derrotar a los CD y DVD. Pero en la actualidad, el mayor de los asesinos anda suelto: el teléfono móvil, que pretende borrar de la faz de la tierra agendas de teléfono, despertadores, calculadoras, diccionarios, blogs de notas, linternas, brújulas, bares de citas, buzones de correo, cartas, videoconsolas, espejos, reproductores de música, mapas, navegadores de coches, agentes de viajes y dentro de poco hasta matará a las tarjetas de crédito, gracias al nuevo sistema de pago NFC.
Reconocido el problema de la dependencia, solo queda esperar que el teléfono móvil no se quede nunca sin batería, por que de lo contrario…”Que Dios nos pille confesados”.
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