El tribunal A de mayor riesgo de Guatemala declaró hoy culpable de genocidio y delitos contra los deberes contra la humanidad a Efraín Ríos Montt, jefe de Estado durante1982-1983, y lo sentenció a 80 años inconmutables de prisión.
Al mismo tiempo, el tribunal absolvió a su jefe de inteligencia, José Mauricio Rodríguez Sánchez.
El silencio y la tensión que reinó en el último día de juicio fue interrumpido por los aplausos al escucharse la sentencia y el mandato de que Ríos Montt, de 87 años de edad, fuera enviado a prisión.
Luego, una docena de mujeres de la étnia Ixil, sobrevivientes y víctimas de agresión y violación, salieron frente al edificio judicial y entre lágrimas bailaron, con sus trajes multicolores llevando claveles blancos en el pelo, mientras que los transeúntes les hicieron un círculo, las abrazaban y les llamaban "héroes".
Jazmín Barrios, la presidenta del tribunal, dijo que Ríos Montt estaba enterado de las masacres y que hizo el plan para ejecutarlas, entre ellas la destrucción de las poblaciones de Santa María Nebaj, San Juan Cotzal y San Gaspar Chajul, ubicadas al norte de la capital.
La jueza añadió que Ríos daba mensajes dominicales donde hablaba de los planes que había implementado y esto evidencia planificación y conocimiento de lo sucedido, además que recibía informes periódicos de lo que sucedía.
Más de doscientos testigos y sobrevivientes narraron los horrores que vivieron al ver a sus familiares, hijos y abuelos asesinados de una forma brutal por el ejército, a sus mujeres violadas, también ver a otros morir de hambre en la selva.
Guatemala vivió 36 años de guerra interna que culminó en 1996 con la firma de los Acuerdos de Paz. Durante la guerra murieron y quedaron desaparecidas más de 200 mil personas. La época más cruenta del conflicto fue durante el gobierno del hoy condenado, quien además implementó tribunales "de fuero especial", donde fusilaban a civiles, sin el debido proceso ni juicio.
Al terminar el juicio, Ríos Montt comentó que "me voy a preparar para irme a prisión (...) me han enjuiciado y condenado por genocidio, el tribunal lo dispuso basado en supuestos elementos de investigación, que no tienen sustento real y lo actuado no tiene valor (...) es un show político internacional que va a afectar el corazón y alma del pueblo de Guatemala".
Añadió que nunca se apoyó el derrame de sangre y que se apelará la decisión del tribunal.
La premio Nobel de la Paz (1992), Rigoberta Menchú, dijo que esta era justicia para todos los guatemaltecos y un revés para quienes decían que la historia era falsa.
Esta es la primera condena por genocidio, a nivel mundial de un jefe de Estado en su propio país, resaltó la Organización de las Naciones Unidas.
La sentencia puede ser impugnada, e incluso elevada a la suprema corte o Corte de Constitucionalidad, donde se dirá la última palabra. Además hay un enredo legal con otra jueza, Carol Patricia Flores, que había anunciado la anulación del debate y que ahora debe rectificar su posición. Todo esto podría influir en que la sentencia quede en firme.