El ataque militar sobre Siria con el que Estados Unidos viene amenazando ha incrementado el riesgo de descarrilar la próxima cumbre del G-20, la cual debería concentrarse en la economía global.
Parece aparente que Rusia, anfitriona de la cumbre, había fijado el impulso del crecimiento económico y la creación de empleo como objetivos principales, pero es más que probable que el presidente estadounidense, Barack Obama, utilice esta oportunidad para introducir la cuestión de Siria en la cumbre, en un intento de ganar apoyo para los planes militares de Washington contra Siria.
En primer lugar, Obama tendría que convencer a sus aliados, cansados de la guerra, de apoyar su decisión. No va a ser tarea fácil.
El parlamento británico decidió no unirse a Estados Unidos en un movimiento militar contra Siria, un duro golpe para Obama. El presidente francés, Francois Hollande, que en un principio había apoyado acciones militares, cambió de opinión y dijo que los legisladores franceses debían ser consultados antes de lanzar un ataque.
En cuanto a Alemania, sus líderes están ejerciendo la prudencia de cara a las próximas elecciones generales del 22 de septiembre.
En segundo lugar, Obama debe dejar de lado otras cuestiones para poder hablar con su homólogo ruso sobre Siria.
Obama había desairado a Putin al rechazar una reunión bilateral en el marco de la cumbre después de que el presidente ruso decidiera conceder asilo temporal al antiguo empleado de la Agencia Nacional de Seguridad, Edward Snowden.
El presidente tendrá que hacer una "circunvalación" en la cumbre y buscar una oportunidad para hablar con el líder ruso.
Teniendo en cuenta la política clara de Rusia sobre Siria y el fuerte rechazo a una acción militar liderada por Estados Unidos, Obama va a pasar un mal rato tratando de explicar por qué Washington debería participar y arriesgar que los yihadistas se hagan con el control en Siria.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, dijo este martes: "Esperemos que en la cumbre (ellos) cambien de opinión", implicando sutilmente a Rusia.
En tercer lugar, Obama hablará con otros líderes de la comunidad internacional durante la cumbre.
Una acción militar unilateral liderada por Estados Unidos podría enviar un mensaje peligroso al mundo, ya que pasaría por encima del Consejo de Seguridad de la ONU.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha dejado claro que la autorización del Consejo de Seguridad del organismo mundial es indispensable, y ha anunciado que faltan todavía algunas semanas antes de que los investigadores de la ONU puedan identificar a los perpetradores del ataque con armas químicas en Damasco, el cual originó los planes actuales de Estados Unidos.
No cabe duda de que la cumbre del G-20 es un foro vital para que los líderes mundiales busquen más medidas para potenciar la economía mundial, en un momento en que el crecimiento de la economía global carece de ímpetu y todavía está bajo los profundos efectos de la crisis financiera internacional.
Por tanto, sería una lástima que Estados Unidos intentara descarrilar la cumbre para adaptarla a sus propios intereses, cuando la comunidad internacional espera ansiosa una respuesta económica exitosa y eficiente por parte de las economías principales.
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