Cuba figura entre las naciones que menos contaminan la atmósfera y con una situación general favorable del entorno natural.
Informes locales indican que durante 2012 la nación caribeña logró reducir de forma considerable la carga contaminante al medio ambiente, un importante indicador que se asocia a la protección de los recursos naturales.
En ese periodo se logró reducir la contaminación atmosférica y la emisión de gases agotadores de la capa de ozono, mediante la sustitución de calderas ineficientes y la instalación en varias entidades de nuevas cámaras de frío que emplean gas ecológico.
Expertos estadounidenses alertaron esta semana que la civilización se encuentra en "zona de peligro", debido a nuevos niveles récord de dióxido de carbono (CO2) que aceleran consecuencias impredecibles del cambio climático.
La presencia de CO2 en el aire llegó en los últimos días a las 400 partes por millón de moléculas en los registros de la estación atmosférica Mauna Loa, en Hawai, considerada el epicentro mundial para el estudio de los gases de efecto invernadero desde que comenzó a operar en 1958.
"Es un umbral al que no deberíamos haber llegado. De hecho, no habría que haber superado los 350", expresó el geoquímico Ralph Keeling, del Centro Oceanográfico de San Diego, en California.
Estados Unidos, uno de los países más contaminantes del mundo, emite al año el equivalente al 18 por ciento del total de las emisiones de CO2 del mundo, según cifras de las Naciones Unidas, mientras que las emisiones de Cuba se calculan en 0,11 por ciento anual.
Entre los países latinoamericanos con menor emisión de CO2 a la atmósfera, además de Cuba, se encuentran Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Paraguay, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Uruguay, según la lista de las Naciones Unidas publicada en 2008, previo a la cumbre de Copenhaguen 2009 sobre cambio climático.
En medio de la dramática aceleración del aumento del CO2 en la atmósfera, motivada por la quema de carbón, petróleo y gas natural, Cuba, pese a sus limitaciones generadas por el bloqueo económico para el intercambio de nuevas tecnologías, hace su parte
En la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Humano efectuada en Estocolmo el 5 de junio de 1972, más de 180 países acordaron crear el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, desde entonces Cuba ha demostrado voluntad política por una defensa sistemática y masiva del ecosistema.
La mayor de las Antillas, signataria de acuerdos internacionales para la protección del medio ambiente, destina cuantiosos recursos humanos y materiales para garantizar el cumplimiento de esos compromisos.
En la estrategia ambientalista cubana para contrarrestar los efectos nocivos sobre el ecosistema, Cuba fomenta el incremento de manera sostenida de la superficie boscosa, que en la actualidad cubre el 27,3 de la geografía nacional, lo cual influye de manera positiva en una atmósfera más limpia.
También con el propósito de contribuir a una mejor calidad del aire y disminuir daños a la salud humana, las autoridades desarrollan desde 2008 un plan de remotorización en el transporte automotor del estado.
La estrategia tiene el propósito de sustituir los motores de gasolina por los de diesel, además de retirar de la circulación los vehículos ineficientes.
Por esta vía, que reduce el consumo de combustible, se dejaron de emitir 6.703 toneladas de contaminantes de 2008 a 2010, según cifras oficiales.
El ministerio de Transporte fomenta además la transportación nacional de carga y pasaje por ferrocarril, lo cual presupone una disminución del uso del transporte automotor, con la consecuente dismincuión del consumo de combustible fósil y la emisión de gases de efecto invernadero.
Este proceso de "reordenamiento" del transporte estatal y sustitución de motores se ha extendido de manera gradual a los automóviles particulares, que en una gran parte son de fabricación estadounidense de hace más de medio siglo.
En la isla circulan unos 200.000 vehículos motorizados y casi un tercio de ellos son automóviles norteamericanos de los años 40 y 50 del siglo pasado.
Esa tecnología vehicular envejecida que utiliza mayormente combustibles fósiles y las dificultades para su mantenimiento inciden en que el país presente en general un transporte automotor con estado técnico insatisfactorio, el cual aumenta potencialmente la contaminación.
En este aspecto, la situación más crítica se presenta en La Habana, donde la mayoría de esos autos antiguos prestan servicios de taxis y circulan de manera constante por la ciudad donde dejan una estela de humo negro.
No obstante, el esmog no es un asunto alarmante en la ciudad, de más de dos millones de habitantes, debido a que la emisión de gases tóxicos no alcanza una cantidad preocupante y la urbe se encuentra en la costa norte occidental y los vientos renuevan constantemente el aire que respiran los citadinos.
Algo similar ocurre en el resto del territorio cubano, de 109.884 kilómetros cuadrados, pues la isla posee una superficie alargada y sus costas, de 5.746 kilómetros, son bañadas por las aguas del golfo de México y el Estrecho de la Florida por el norte y el mar Caribe por el Sur.
El poco suministro de motores diesel en el mercado y sus altos precios hacen pronosticar que este proceso de remotorización demorará varios años.
Mientras, el gobierno desarrolla de manera paralela nuevos programas para impulsar el aprovechamiento de las fuentes de energía renovable eólica, solar y biomasa cañera, lo cual también contribuye a descontaminar la atmósfera.
Se trata de una política ambiental determinada por los principales problemas ambientales que confronta el país, los requerimientos que demanda el actual nivel de desarrollo económico-social, los planes y programas de desarrollo y sus posibles impactos sobre el medio ambiente.
De acuerdo con estos programas, Cuba tiene conciencia de la realidad de un calentamiento global de consecuencias impredecibles y cada vez más preocupantes, sin que en el horizonte próximo se vean atisbos de mejoría.
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