La ex presidenta Michelle Bachelet ha regresado a Chile para buscar su reelección en los comicios de noviembre próximo, trayendo consigo una nueva visión para intentar avanzar en la reducción de la desigualdad social, la renovación de la política y el desarrollo del país.
Aunque su primer gobierno (2006-2010) aplicó un "sistema de protección social" con derechos de la persona desde que nace y hasta que muere, lo que valió gran popularidad, el Chile actual no es el mismo que dejó hace unos tres años para ocupar el alto cargo de directora de ONU Mujeres, donde obtuvo valiosas experiencias.
La candidata comenzará el próximo lunes con sus actividades de campaña y ha previsto una gira nacional por Chile para escuchar a organizaciones sociales y líderes políticos locales, a fin de recoger ideas y propuestas para su Programa de Gobierno.
El 13 de abril será proclamada por dos partidos de la opositora Concertación: el Socialista y el Por la Democracia y, tras inscribirse como candidata, el 30 de junio se medirá en elecciones internas con Claudio Orrego, de la Democracia Cristiana; el radical, José Antonio Gómez; y su ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco.
Estos candidatos están marcando muy bajos porcentajes en los sondeos y no hay dudas de que Bachelet será la abanderada de esa coalición de centroizquierda, que estuvo al frente del gobierno entre 1990 y 2010, siendo derrotada por la derecha con el triunfo del actual presidente Sebastián Piñera.
Al anunciar su candidatura, Bachelet ha hecho un diagnóstico sobre los cambios que ha vivido Chile y ha abordado el descontento social, expresado en las protestas estudiantiles de 2011, las más grandes desde el retorno a la democracia en 1990, y otras contra el costo de la vida y la contaminación, donde la clase media tuvo un rol relevante.
Reconoció que "el malestar ciudadano es bastante transversal" y dijo que "lo hemos visto también en una clase media que se siente excluida y desprotegida (...) Chile ha cambiado y es hoy, un país más activo y con mayor conciencia de sus derechos".
Chile es una de las naciones con más desigualdad social en el mundo y, según la ex mandataria, "es un país cuyas personas están cansadas de los abusos de poder y de que sus necesidades no sean tomadas en cuenta".
De sus palabras se desprende que la reducción de esas brechas entre las familias ricas y el resto de la población será el núcleo de su propuesta programática para llegar a ser gobierno en marzo del 2014.
"Durante mucho tiempo nos dedicamos a hacer ajustes y cambios al modelo. Algunos han sido buenos. Pero otros insuficientes. Tenemos que llevar a cabo reformas más profundas si de verdad queremos derrotar la desigualdad en nuestro país", lo cual debía interpretarse como un combate real contra ese mal.
La socialista comentó que ha comenzado "un nuevo ciclo político, económico y social" y ha llamado a realizar reestructuraciones sustanciales.
"Durante mucho tiempo nos dedicamos a hacer ajustes y cambios al modelo. Algunos han sido buenos. Pero otros insuficientes. Tenemos que llevar a cabo reformas más profundas si de verdad queremos derrotar la desigualdad en nuestro país".
Bachelet ha resaltado que para ganar las elecciones es indispensable "convocar una nueva mayoría política y social", lo que se ha interpretado como un deseo de dar un perfil ciudadano a su eventual gobierno.
Llamó la atención de que en la presentación de su candidatura no estuviera rodeada de los actuales líderes de los cuatro partidos de la Concertación.
La socialista sabe que, para lograr un segundo período, es necesario ampliar el apoyo de la Concertación y sumar nuevas fuerzas sociales y políticas, como el Partido Comunista y los movimientos sociales.
A juicio de los analistas, ella quiere marcar que desea apoyarse en nuevos rostros y conservar mayor autonomía frente a los partidos de su coalición, reforzando el "carácter ciudadano" que tendría su administración.
Esto ha sido criticado por el presidente del Partido Democristiano, Ignacio Walter, quien dijo hoy que "ningún candidato a presidente podrá prescindir de los partidos políticos porque estos son la base de la sustentabilidad política que tiene cualquier gobierno".
A su vez, el ex senador socialista Carlos Núñez criticó a Bachelet al indicar que "estamos frente a una paradoja: por un lado los partidos son indispensables para darle gobernabilidad al régimen democrático y, por otro, parece ser que, al menos en Chile, no son necesarios para lograr el triunfo".
Bachelet parece haberse anticipado a las críticas porque en la presentación de su candidatura afirmó: "Yo no voy a ofrecer un programa hecho entre cuatro paredes. Voy a promover diálogos y encuentros para que el programa de esta campaña tenga el sello de nuestra ciudadanía".
La ex gobernante tiene sus razones para actuar de esa manera porque la Concertación, según los sondeos, tiene sólo un 22% de adhesión ciudadana, en momentos en que es evidente el desprestigio de la política y los políticos, lo cual contrasta con su figura que está por encima del 60%.
A pesar de haber sido atacada por el gobierno y los líderes de la derechista Coalición por el Cambio, Bachelet ha evitado una confrontación directa y ha reconocido que en los últimos tres años ha habido mejoras sociales y progreso económico.
Sin embargo, sostuvo que "es muy cierto que el crecimiento produce empleo, mejoras en los ingresos y dinamismo en la economía. Pero también es cierto que no hay crecimiento real si no es inclusivo, si la riqueza del país no llega a todos sus habitantes".
A pesar de su alta popularidad y que es la favorita para volver a La Moneda, quedan ocho meses de campaña donde habrá debates, polémicas y también seguramente denuncias de errores e insuficiencias de su anterior gobierno, incluyendo la falta de preparación del país para haber enfrentado y el tsunami de febero del 2010.
Sin embargo, sus seguidores apuestan a un gran triunfo el 17 de noviembre, mientras el oficialismo reitera que nadie puede darse por vencedor y que todo se decide en las urnas. El tiempo dirá quien tiene la razón.