Ni maestro de Shaolín, ni campeón de España, ni monje, ni guerrero excepciona
Actualizado a las 18/06/2013 - 13:27
A Juan Carlos Aguilar le gustaba que le llamaran maestro ya desde hace 20 años cuando regresó de China convertido en un guerrero excepcional, según afirmaba él mismo, porque el resto del sector no acaba de reconocer sus presuntos méritos. Es más, la Federación Española de Kárate ha enviado una circular a todas sus delegaciones advirtiendo de que Aguilar nunca ha estado federado, ni asociado, ni ha ganado campeonato de España alguno de Kung Fu. Gente que ha combatido contra él en algunos torneos lo califican como “bueno técnicamente, pero no un gran combatiente”. Otros expertos le describen más como un “acróbata” que un “monje”.
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Ni maestro de Shaolín, ni campeón de España, ni monje, ni guerrero excepciona |
A Juan Carlos Aguilar le gustaba que le llamaran maestro ya desde hace 20 años cuando regresó de China convertido en un guerrero excepcional, según afirmaba él mismo, porque el resto del sector no acaba de reconocer sus presuntos méritos. Es más, la Federación Española de Kárate ha enviado una circular a todas sus delegaciones advirtiendo de que Aguilar nunca ha estado federado, ni asociado, ni ha ganado campeonato de España alguno de Kung Fu. Gente que ha combatido contra él en algunos torneos lo califican como “bueno técnicamente, pero no un gran combatiente”. Otros expertos le describen más como un “acróbata” que un “monje”.
Desde su regreso a España en 1995, tras haber estado en el templo de Shaolín, Aguilar ha intentado convertirse en la única referencia en torno al Kung Fu, y más concretamente al estilo Shaolín. Ha sido un hombre especialmente prolífico en vídeos y publicaciones, así como en intervenciones televisivas. Pero esa faceta unido a un carácter prepotente le terminaron convirtiendo en un personaje muy polémico y discutido en el complicado sector de las artes marciales. “Cuando regresó de China quería que todo el Kung Fu pasase por él. Él se había relacionado con el taekwondo y de pronto aparece vestido de naranja y como maestro de Kung Fu. Pero no ha presentado ningún certificado, que en China te los dan cuando has participado en algún cursillo”, sostiene Juan Carlos Serrato, un deportista que también hace constar en su curriculo el título de diplomado por el templo de Shaolín, en Henan (China), en 1994, en fechas coincidentes con la estancia de Aguilar.
El profesor Javier Hernández, también conoció a Aguilar: “vis-à-vis, solo le traté una vez, pero conozco sus andanzas desde hace años”. “De Aguilar”, añade Fernández, “conocíamos el perfil. Siempre ha estado con la careta puesta y ahora se le ha caído. Hay que tener en cuenta que el último monje Shaolín murió hace 300 años y que fue el Gobierno chino quien rehabilitó el antiguo templo para crear un parque temático y montar un buen negocio”. Tanto Hernández como Serrato afirman que Aguilar organizaba viajes a China con estancia en el templo de Shaolín. “Lo hizo durante siete años seguidos y le ha ido de maravilla. La gente venía embebida después de haber pagado 3.000 euros por una semana. El problema es que aquí hay santones por todos los lados”, sentencia Hernández: “luego le dio por aplicar el voto de pobreza a sus alumnos para que le dieran dinero a él”. Serrato reconoce que hay muchas referencias en los foros sobre la dureza que aplicaba con los alumnos.
El caos sobre el Kung Fu es notable en España puesto que las federaciones de kárate, judo y lucha se atribuyen competencia en especialidades relacionadas con el Kung Fu, si bien es la de kárate la que tiene los derechos sobre esa denominación.
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