(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- Irlanda del Norte es el escenario del G-8, hasta donde llegaron el presidente estadounidense Barack Obama y su homólogo ruso, Vladimir Putin. Entre solemnidad y rigidez, los presidentes sólo lograron ponerse de acuerdo en una cosa: la necesidad de contener la violencia en Siria y buscar una solución política.
Un resultado bastante pobre, que se da entre múltiples discrepancias de cómo alcanzarlo y en medio de la devastadora situación por la que atraviesa la mencionada nación.
“Estamos de acuerdo en empujar a las partes a la mesa de negociaciones”, dijo Putin. “Queremos intentar resolver el asunto por medios políticos, si es posible, y hemos dado instrucciones a nuestros equipos para una potencial reunión en Ginebra”, comentó Obama.
Desde un principio, Rusia ha dejado claro que condena terminantemente la decisión de Estados Unidos de suministrar armas a los rebeldes y que se niega a autorizar en la ONU la imposición de un espacio de exclusión aérea en Siria; además, Putin piensa seguir armando al régimen de Bashar al-Assad. Se vive un clima de derrotismo que se dejó sentir en las palabras de los líderes.
La opinión británica, expresada por el primer ministro David Cameron, reconoce que “existe claramente una gran diferencia entre la posición de Rusia y la del Reino Unido, Francia, Estados Unidos y otros”.
Por su parte, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, advirtió que “a menos que se produzca un gran cambio de posición (de parte de Rusia), no va a ser posible conseguir un acuerdo”inclinándose hacia cierto pesimismo.
Francois Hollande, el presidente de Francia, manifestó abiertamente su frustración preguntándose “¿Cómo podemos decir que existen pruebas sobre el uso de armas químicas sin conseguir una condena unánime de parte de la comunidad internacional y del G-8?”
La semana pasada, Estados Unidos anunció su decisión de entregar armamento a la oposición siria, a fin de darle un nuevo rumbo a la guerra civil por la que atraviesa el país; Obama mantuvo ayer varias reuniones bilaterales, incluida la de Putin, pero no pudo responder de forma positiva a la pregunta del presidente Hollande. Los líderes de EUA, Alemania, Japón, Francia, Italia, Rusia, Canadá y el Reino Unido, tenían previsto continuar las conversaciones en una cena anoche, pero las perspectivas se perfilaron funestas.
La posición de Putin ha sido de rechazar totalmente la intención de Occidente de apoyar a los rebeldes implicándose más en el conflicto y con esa misma actitud se presentó a la cumbre. Tras sostener un encuentro con Cameron el domingo, acusó a quienes suministren armas a la oposición de mancharse las manos de sangre”y refiriéndose a un vídeo donde un rebelde sirio se come el corazón de un soldado, Putin expresó“¿A quiénes van a ayudar? ¿A esos que abren los cadáveres de sus víctimas y se comen sus entrañas? ¿Son a esos a quienes quieren a ayudar?”.
Aseguró además, que el único representante legítimo de Siria es el gobierno de Bashar al-Assad, añadiendo que mientras esto siga siendo así, Rusia le seguirá apoyando. Rusia ya enviaba poderosas armas ofensivas a la nación siria desde hace varios años.
Entre opiniones tan fuertemente divididas, Camerón expresó que “aún hay espacio para algunas coincidencias”. Las únicas fueron las mencionadas por los presidentes estadounidense y ruso sobre una salida negociada. Pero esa solución pasa por la celebración de la conferencia de paz acordada el mes pasado por los Gobiernos de Rusia y Estados Unidos, para la que todavía no se ha encontrado formato ni fecha por diversos desacuerdos.
Desde que el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aceptó en Moscú esa conferencia, el Ejército de al-Assad ha mejorado considerablemente sus posiciones sobre el campo de batalla y ha hecho retroceder a la insurgencia, que ha perdido varias posiciones estratégicas y tiene dificultades para retener el control de la ciudad de Alepo, la más grande de Siria.
Para la administración estadounidense, el regimen sirio llegaría actualmente a una reunión de esas características en una posición muy fuerte, por tanto es partidario de retrasarla hasta que la situación militar se equilibre. Al mismo tiempo, Obama estableció como condición que al-Assad no pueda jugar ningún papel en el futuro de su país y debe abandonar la presidencia, algo a lo que Rusia se opone.
Así pues, queda en evidencia el bloqueo de la situación y la incapacidad de Estados Unidos y sus aliados europeos de marcar la iniciativa en un nuevo conlicto en el Medio Oriente. El presidente ruso encontró en Siria la oportunidad perfecta para recuperar la influencia internacional que Rusia había perdido en los últimos años, por lo que se comporta como la figura en ventaja en este duelo diplomático.
La cumbre del G-8 intenta compensar el más que probable fracaso sobre Siria con otras iniciativas de índole económico que deberían quedar reflejadas hoy en una declaración final. Además del acuerdo para iniciar el mes próximo las conversaciones para un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, los líderes de las economías más desarrolladas intentan un compromiso para una mayor transparencia del sistema financiero, mediante la regulación de los actuales paraísos fiscales.
Esta es una de las iniciativas que Cameron, el actual presidente del G-8, ha estado promoviendo más energicamente. A pesar del avance considerable que supondría una declaración multilateral, los paraísos fiscales existen en función de legislaciones que cada país habrá de modificar por separado, lo cual deja un amplio espacio para la incertidumbre.
La declaración final podría incluir también un mensaje, especialmente dirigido a Europa, y más precisamente a la canciller alemana, Angela Merkel, para que se impulsen de manera más decidida políticas de crecimiento económico que aceleren la creación de empleo. Aunque el diagnóstico que el G-8 hará de la marcha de la economía mundial será moderadamente positivo, se reconocerá que aún existen amenazas, sobre todo en Europa, que ponen en riesgo la estabilización y el progreso en todo el mundo.