BEIJING, 10 dic (Xinhua) -- Con Japón armando jaleo por el establecimiento por parte de China de una Zona de Identificación de Defensa Aérea (ZIDA) sobre el Mar Oriental de China, la seguridad regional se enfrenta actualmente a nuevas incertidumbres.
Sobre el trasfondo de tensiones innecesarias, China y Corea del Sur, dos pilares de apoyo de la estabilidad y la seguridad de Asia Oriental, necesitan mejorar el diálogo y la coordinación, así como mejorar el entendimiento mutuo sobre la base del respeto recíproco, y cerrar filas para proteger la paz y el desarrollo regionales.
De hecho, todo el sensacionalismo sobre la ZIDA de China, una acción legítima por parte de Beijing que concuerda con las convenciones y las leyes internacionales, es mucho ruido y pocas nueces. Ni la ZIDA viola o amenaza los intereses de otros países, ni pone en peligro la libertad de sobrevolar la zona.
Una ZIDA no es un territorio del espacio aéreo de un país, sino una sección de espacio aéreo internacional demarcada fuera del territorio del espacio aéreo de un país determinado con el objetivo de identificación y alerta temprana.
En un momento de rápido incremento de la cantidad y la variedad de aviones, el establecimiento de una ZIDA es un paso necesario para evitar la identificación incorrecta y los errores de interpretación.
Pero Japón, ignorando el sentido común y la práctica internacional, ha emprendido un vehemente intento por malinterpretar y vilipendiar la decisión de China. Irónicamente, Tokio ha ampliado su ZIDA dos veces desde que Estados Unidos les entregara el control de la misma en 1969. De ahí el escaso apoyo recibido por Japón en su más reciente truco.
Sin embargo, lo que resulta innegable es que tan injustificable como es, el grado de exageración y distorsión ha provocado de cierta manera mayor tensión e inseguridad en una región ya agitada por el rápido paso de Japón hacia la derecha y la denominada política de reequilibrio de Estados Unidos en Asia-Pacífico.
Por ello, el reciente anuncio de Corea del Sur sobre la ampliación de su ZIDA resulta desafortunado. No significa que Seúl no tenga derecho a hacerlo, sino que el momento supone que la decisión se basa más en un impulso emocional que en un pensamiento estratégico. Eso no ayuda a la mejora de la situación.
Bajo las actuales circunstancias, la prudencia debe anteceder a la precipitación en la toma de decisión de Seúl. Por el bien de los intereses de ambos países y la tranquilidad de la región, Corea del Sur necesita trabajar conjuntamente con China para impulsar un ambiente de seguridad en el Este de Asia que promueva el desarrollo y la prosperidad comunes.
El fundamento de la cooperación Beijing-Seúl es sólido, y no existen grandes barreras que obstaculicen el camino. La Roca de Suyan, localizada dentro del área en la que se solapan las zonas económicas exclusivas de los dos países, y a menudo denominada como disputa territorial, es un arrecife submarino aislado que no constituye un territorio, y por lo tanto no representa una disputa territorial.
Además, su coordinación es particularmente significativa ahora, mientras que Tokio, no sólo continúa negando las atrocidades imperialistas cometidas por Japón en la Segunda Guerra Mundial, sino que sigue jugando con fuego repetidamente, como por ejemplo llevando a cabo la farsa de comprar las Islas Diaoyu de China, deteriorando la seguridad regional.
Corea del Sur no es de ninguna manera un jugador de "poca monta", término que emplea el medio Korean Times en un editorial del martes obviamente con un tono de autoburla, sino que como socio estratégico de cooperación de China, y aliado tradicional de EEUU, tiene un papel importante que jugar para salvaguardar la paz y la seguridad regionales.