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Arquitecto venezolano Antonio Ochoa vive su sueño en China

Actualizado a las 06/09/2013 - 16:56
Para el arquitecto venezolano Antonio Ochoa, China es el país en el que ha podido cumplir su sueño, que era "trabajar como arquitecto en un lugar ideal".
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Para el arquitecto venezolano Antonio Ochoa, China es el país en el que ha podido cumplir su sueño, que era "trabajar como arquitecto en un lugar ideal".

Antes de venir a trabajar en China en 1990, Antonio daba clases de arquitectura en la Universidad de Vargas en Venezuela. "Tenía la sensación de que en el futuro iba a sentirme frustrado, porque en Venezuela no se contruye desde hace más de 20 años y no quería decir que sólo era un profesor de arquitectura", recordó Antonio en una entrevista exclusiva con Xinhua.

Al percatarse del gran potencial de desarrollo de China, Antonio decidió regresar al país asiático, en el que ya pasó dos años en su infancia. El arquitecto prometió a su esposa que sólo se quedarían cinco años, pero ya llevan 23.

En estos años, Antonio ha logrado convertirse en el arquitecto jefe del gigante inmobiliario chino SOHO China Ltd., para el que ha diseñado una serie de edificios simbólicos. Uno de ellos es la Casa Cantilever, una construcción que forma parte de la Comuna de la Gran Muralla en la que una estancia de una noche cuesta 22.800 yuanes (más de 3.700 dólares). En 2005, Antonio creó su propio estudio de diseño arquitectónico, llamado "Andonghongfang".

Las relaciones de Antonio con China se forjaron cuando era muy pequeño. En 1968, sus padres se mudaron a Beijing, donde trabajaron dos años como expertos en la agencia de noticias Xinhua.

"Los dos años que pasé en Beijing fueron los más felices de mi infancia. Recorrí todos los lugares escénicos de la ciudad con mis amigos e incluso conocí al primer amor de mi vida", escribe Antonio en su blog en chino.

En 1970, la familia de Antonio regresó a Venezuela. Veinte años después, el arquitecto decidió volver al país asiático con su esposa para cumplir su sueño.

"Te juro que teníamos un plan concreto de estar en China cinco años, pero antes de que nos diéramos cuenta ya habían pasado diez", dijo Antonio.

Una de las cosas de China que más le gusta es que "cada día es distinto". "No hay rutina. Siento que estoy sentado en un tren y el paisaje se mueve. Eso me parece muy interesante. Por eso hemos pasado 20 años y no se me ha hecho largo", aseguró.

A pesar de ser extranjero, Antonio ha diseñado varios patios tradicionales chinos ("Siheyuan", en chino mandarín)."Puedes retar a la historia y mantener el concepto de la casa tradicional", opinó el arquitecto.

"Los patios chinos están orientados hacia el sur, y eso tiene que ver con la falta calefacción. Hoy en día no existe el problema de la calefacción, por lo que puedes abrirte perfectamente con paredes de vidrio hasta el suelo", explicó.

Otro de los edificios diseñados por Antonio es el Rongke, que tiene 19 pisos y está situado en el distrito de Shijingshan de Beijing. El arquitecto ha visitado las obras cada semana para supervisar su calidad, y lo seguirá haciendo hasta que termine de construirse el edificio a finales de septiembre.

"Es importante mantener la calidad. Si no la supervisas, el alma del edificio desaparece en el proceso", señaló Antonio.

El arquitecto explicó que en China, los arquitectos no están obligados a ir a las obras. Cuando surge un problema, el constructor lo resuelve de acuerdo con su experiencia y su lógica. "Sin embargo, es el arquitecto el que conoce su diseño y debería resolver el problema para que se ajuste a él. Los edificios de Beijing pierden brillo, les falta vida", lamentó.

Hoy en día, Antonio disfruta del dinamismo de China. "Trabajar como arquitecto en un lugar ideal es mi sueño. Me conformo con lo que tengo. No envidio nada, ni la fortuna de los ricos ni la miseria de los pobres", subrayó.

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