Fuente:Agencias
(El Pueblo en Línea) ,13/06/2013- En el fondo marino, a 3.500 metros de profundidad el agua se encuentra muy fría, entre uno y dos grados. La oscuridad es total. A pesar de este hábitat hostil, allí consiguen vivir distintas especies de virus y bacterias. De hecho, hasta un 86% del material genético recogido corresponde a organismos desconocidos hasta ahora.
Estas son algunas de las conclusiones de la Expedición Malaspina, presentadas este miércoles en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), un proyecto de investigación que integra a más de 400 científicos de todo el mundo. Un viaje que se inició el 15 de diciembre de 2010 desde el puerto de Cádiz, a bordo del buque de investigación oceanográfica Hespérides, barco de la Armada Española, donde los investigadores estudiaron durante siete meses el impacto del cambio global en los océanos y exploraron su biodiversidad genética.
En el fondo del océano, los organismos viven alejados unos de otros, pero la soledad del entorno no es obstáculo para su supervivencia, ya que no necesitan juntarse entre ellos para reproducirse. La supervivencia de las bacterias se basa en algo tan sencillo como dividirse, para crear otra célula más parecida a un gemelo que a un hijo. Han sido casi 200.000 las muestras que han recogido los investigadores.