Documentos prueban que la verdad no se puede enterrar
Actualizado a las 29/04/2014 - 16:31
(El Pueblo en Línea) ,29/04/2014-<b>Archivos desenterrados ofrecen nuevos detalles de la ocupación japonesa</b>
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Archivos japoneses que detallan las actividades del Ejército Imperial durante la ocupación de China, están expuestos al público por primera vez en Changchun, provincia de Jilin.(El Pueblo en Línea) ,29/04/2014-
Archivos desenterrados ofrecen nuevos detalles de la ocupación japonesaEn 1990, Zhao Yujie, una joven profesora de japonés en una escuela secundaria, decidió aprovechar sus habilidades lingüísticas entrando a trabajar en el Archivo Provincial de Jilin.
Aunque no era consciente del hecho, Zhao había entrado en el momento adecuado. La dirección del Archivo Provincial de Jilin estaba buscando hablantes de japonés para ayudar a descifrar un gran número de registros, con unos 100.000 documentos, escritos por los japoneses y que detallan las actividades del Ejército Imperial durante la ocupación de China.
Recientemente, 89 de los 100.000 archivos descubiertos en Changchun, capital de la provincia de Jilin, fueron expuestos al público por primera vez. Los documentos fueron enterrados después de la rendición japonesa en agosto de 1945. En aquella época, Changchun, entonces llamada Hsingking, era la capital del estado con gobierno títere de Manchukuo, que cubría la mayor parte de Manchuria.
87 de los archivos describen las actividades de Kwantung Kempeitai, o cuerpo de policía militar, mientras que los otros dos detallan la labor del Banco Central Manchukuo. Como alrededor del 90% de los archivos están escritos en japonés, las palabras, fotos, planos y material de audio proporcionan descripciones claras del comportamiento de las tropas japonesas en el período de 1931 a 1945.
Los documentos ofrecen narraciones claras de la invasión japonesa, sus planes de batalla y estrategias de colonización, además de episodios clave como la masacre de Nanjing, el uso de esclavas sexuales, experimentos bacteriológicos con prisioneros y civiles, la supresión de un ejército contra la agresión japonesa en el noreste de China y el trato inhumano de los civiles, soldados y prisioneros de guerra aliados.
"El mayor lote de archivos japoneses abarca el período desde 1931 a 1945, por lo que son de gran valor histórico. Detallan la crueldad de Japón contra la gente de los países que ocuparon", dijo Dong Hongmao, director del Instituto de Historia Japonesa de la Academia de Ciencias Sociales de Jilin.
Quemaron y enterraronPoco después de la rendición japonesa, encendieron una enorme fogata en el patio en la sede de la Kempeitai Kwantung, cuyos edificios albergan ahora el gobierno provincial de Jilin. El fuego ardió durante varios días, quemando cajas de archivos. El humo era visible en todo el pueblo.
Sin embargo, la llegada inesperada de soldados de la Unión Soviética les impidió que se pudiesen deshacer de todos los archivos. A falta de otra alternativa, enterraron lo que aún quedaban, dijo Zhao Yujie, un veterano investigador del Archivo Provincial de Jilin.
Los archivos escondidos fueron descubiertos en noviembre de 1953, cuando trabajadores de la construcción estaban reparando los cables subterráneos, pero los archivos no llegaron a manos de los historiadores hasta principios de los 80.
Seis de los archivos narran la masacre de Nanjing de 1937, cuando las tropas japonesas arrasaron la ciudad durante seis semanas, matando, violando y saqueando.
En un archivo dedicado a las noticias diarias de Osaka del 23 de diciembre de 1937, el corresponsal especial llamado Mitsumoto escribió una noticia titulada "Testimonio del Ataque a Nanjing", en el cual describió una matanza por parte de una unidad japonesa que dejó cuerpos sin vida esparcidos en un área de 1,5 km, en la calle Zhongzheng de la ciudad.
Una carta escrita por un sacerdote británico con sede en Nanjing y publicada por un periódico del Reino Unido narra cómo casi todas las mujeres mayores de 14 años fueron violadas, incluyendo las monjas budistas y cómo fracasaron sus intentos para impedir las violaciones.
"Los militares japoneses inspeccionan todas las comunicaciones entre soldados y civiles para evitar que la información relativa a las atrocidades sea conocida. Este 'contenido prohibido', que fue censurado, es muy valioso porque es una prueba de primera mano", dijo Mu Zhanyi, subdirector del Archivo Provincial de Jilin.
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