BUENOS AIRES, 2 oct (Xinhua) -- La economía argentina presenta buenas perspectivas para lo que resta del año, con estímulos para que el sector privado mantenga su nivel de consumo, indicó la economista de la Universidad de Buenos Aires, Romina Kupelián.
Esta perspectiva no debe cambiar por las elecciones intermedias del próximo 27 de octubre, dijo Kupelián en entrevista con Xinhua.
"La actividad (económica) aumentó en promedio un 7 por ciento en el segundo semestre del año respecto a igual periodo del año anterior, y la actividad industrial en particular lo hizo en 3 por ciento en julio de 2013, frente a julio de 2012", destacó la integrante del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo (CEFID) de Argentina.
Los comicios "son legislativos y, si bien son importantes, no son definitivos en el rumbo, salvo que algunos sectores de poder, como nos tienen acostumbrados, intenten nuevamente desestabilizar la economía en pos de sus intereses, primando los de ellos sobre los de la mayoría", explicó.
En las primarias del pasado 11 de agosto, el gobierno fue derrotado en los principales distritos del país, mientras que a nivel nacional cosechó 26 por ciento de los votos, una marcada baja respecto al 54 por ciento que alcanzó Cristina Fernández en las elecciones presidenciales de 2011 y de seis puntos frente a las legislativas de 2009.
La experta dijo que "en los últimos años hubo una gran presión para devaluar la economía buscando abaratar los salarios o multiplicar aún más los dólares obtenidos por las exportaciones, pero la contrapartida de esto sería una espiral inflacionaria y una caída de los salarios reales".
Sin embargo, consideró que las últimas medidas adoptadas por el gobierno son positivas para el crecimiento económico.
La economista comentó que "la suba del mínimo imponible en ganancias y el monotributo (dos impuestos que gravan la renta del trabajador) aumenta el ingreso disponible de las personas y hace la rueda girar. A mayor demanda mayor incentivo a invertir de parte de los privados", explicó.
Prueba de esto, recordó, es que en 2012 no se aplicó la actualización impositiva anual, lo cual generó una caída del poder adquisitivo de los trabajadores que repercutió en un crecimiento de 1,9 por ciento para ese año.
Entre las dificultades que enfrenta Argentina para crecer, Kupelián mencionó el déficit energético, ya que se requieren grandes sumas de divisas para importar el recurso.
Otro punto que genera gran revuelo en el país es la inflación.
"Argentina tiene una larga historia inflacionaria, a niveles realmente altos. Claramente la inflación es un problema, pero en tanto los salarios se sigan ajustando en relación a la real inflación y no la subestimada, el tema es parcialmente atendido para los trabajadores", indicó.
De acuerdo con el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, los precios han subido a un nivel promedio de 10 por ciento anual de 2007 a la fecha; no obstante, para la oposición y las consultoras privadas, los incrementos han sido del orden de 25 por ciento anual.
El gobierno acordó controles de precios con los principales supermercados del país, entendimiento que rigió de febrero a julio de este año.
Kupelián subrayó que ningún acuerdo de precios solucionará el problema inflacionario, en tanto que la economía argentina continúe con los niveles de concentración que tiene.
A ese panorama local se añade el ambiente económico externo, sobre la base de la reestructuración de la deuda, el dólar y el control de importaciones, que han generado roces entre Argentina y sus socios comerciales de la región, así como también con Estados Unidos, Japón y Europa.
Para la analista, la reestructuración de la deuda debe ser un tema cerrado, pero dada la existencia de actores financieros como los "fondos buitre", fondos de inversión creados sólo para especular sobre las economías en crisis con poblaciones empobrecidas, el tema mantiene vigencia.
Recordó que el 92 por ciento de los acreedores argentinos aceptaron el canje instrumentado en 2005 y 2010.
Lo aceptaron "no sólo porque las condiciones fueron buenas, sino por los riesgos para el país de caer en cesación de pagos ante el cobro de altas tasas de interés sobre nuevos bonos previo al 'default' de 2001 por 102.000 millones de dólares), destacó la economista.
Sobre el control de importaciones, comentó que es una política económica que todo país desarrollado ha adoptado en su momento para lograr la industrialización.
"Las economías periféricas, cuando su crecimiento viene aparejado de mayor nivel de actividad industrial y mayor distribución del ingreso", enfrentan problemas al demandar mayor importación de insumos y bienes finales, dentro de los cuales pueden incluirse bienes suntuosos que son prescindibles, precisó.
"Al crecer las importaciones más que las exportaciones (cuya composición está basada en bienes primarios, es decir, de bajo valor agregado) y generar restricción de divisas, se necesita priorizar la utilización de las mismas en bienes que son necesarios para seguir el desarrollo", agregó.
"De ahí que la compra de divisas para atesorar es un objetivo particular que va en contra del país. Esto lo tienen muy claro los países centrales, en los que no está permitida la compra de divisas de forma liviana como sucedía antiguamente en Argentina", concluyó.
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