Lazos en seguridad militar
Como Hillary Clinton afirmó en su artículo publicado en la revista Foreign Affairs, EE. UU. está creando una “Era del Pacífico” en el siglo XXI. Frente a la creciente importancia política y económica del Asia-Pacífico, EE. UU. es plenamente consciente de que perderá su papel de liderazgo global si está ausente en la región. Con esta realidad en mente, el Gobierno de Obama ha comenzado a poner su atención en el Asia-Pacífico y buscar lo que se denomina una estrategia de “reequilibrio”.
Al aplicar esta estrategia, EE. UU. trata de encontrar nuevas alianzas, mientras que consolida las tradicionales. Por ello, desempeña un papel cada vez más activo en los asuntos regionales; por ejemplo, ha entrado a tallar en las cuestiones sobre el mar de la China Meridional y las Islas Diaoyu. Estas acciones han avivado la preocupación de China por su seguridad en la región.
A pesar de la estrategia de “reequilibrio”, los intercambios militares han experimentado un desarrollo sostenido. En mayo del año pasado, Liang Guanglie, ministro de Defensa Nacional de China, viajó a EE. UU., en la que fue la primera visita de un ministro chino de Defensa Nacional a ese país desde 2003. En agosto, Cai Yingting, subjefe del Estado Mayor General del Ejército Popular de Liberación (EPL), estuvo también en EE. UU. En septiembre, el secretario de Defensa de EE. UU., Leon Panetta, realizó su primera visita a China desde que asumió el cargo. A mediados de diciembre, Qi Jianguo, también subjefe del Estado Mayor General del EPL, encabezó una delegación a EE. UU. y, conjuntamente con James Miller, subsecretario de Defensa de ese país, presidió la 13ª Consulta de Defensa Nacional entre China y EE. UU. Más allá de las visitas mutuas de alto nivel, ambas partes han fomentado también los intercambios en mecanismos militares y de comunicación entre universidades y centros de investigación. Hay, asimismo, planes en marcha para llevar a cabo ejercicios conjuntos contra la piratería. El 29 y 30 de noviembre pasados se realizó el primer ejercicio conjunto sino-estadounidense de asistencia humanitaria en Chengdu, capital de la provincia de Sichuan.
Objetivamente hablando, es inevitable que la estrategia de “reequilibrio” de EE. UU. en el Asia-Pacífico incremente las suspicacias militares entre ambos países. Sin embargo, los contactos militares y los intercambios son necesarios para apaciguar toda clase de tensiones. Solo cuando ambas partes conozcan bien las intenciones estratégicas y las capacidades militares del otro, sus líderes podrán adoptar decisiones apropiadas que beneficien a los dos países y a sus pueblos y eliminen plenamente el riesgo de una confrontación militar.
Intercambios en el campo humanístico
Los intercambios en el campo humanístico han desempeñado un papel importante en las relaciones entre China y EE. UU. La “Diplomacia del ping-pong”, de hace 40 años, puede ser un excelente ejemplo. En noviembre de 2009, los líderes de ambos lados decidieron establecer un mecanismo de intercambios de alto nivel en el campo humanístico para fortalecer la comunicación y la cooperación en áreas como la educación, la ciencia y tecnología, la cultura, los asuntos de la mujer, la juventud y el deporte. El 3 de mayo del año pasado se llevó a cabo la tercera ronda de Consultas de Alto Nivel sobre los Intercambios en el Campo Humanístico entre China y EE. UU., que fue presidida conjuntamente por la consejera de Estado china Liu Yandong y la secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton.
Según estadísticas oficiales, antes de la Consulta de Alto Nivel de 2012, 33 de las 41 propuestas acordadas en la segunda ronda habían sido implementadas. Por ejemplo, gracias al programa de intercambio de estudiantes, China ha enviado a 4.000 personas a EE. UU. a realizar doctorados, mientras que 7.000 estadounidenses se han beneficiado del subsidio del programa “Puente chino” para estudiar en nuestro país.
El 3 de noviembre pasado se inauguró la Base de Investigación de Intercambios Sino-estadounidense en el Campo Humanístico en la Universidad de Beijing, la cual tiene como objetivo realizar investigaciones interculturales e interdisciplinarias. Su funcionamiento es útil para incrementar la confianza mutua y la amistad entre los pueblos de ambos países, eliminar los prejuicios y los malentendidos, y promover el desarrollo sano de las relaciones bilaterales.
Los intercambios en el campo humanístico, junto con la confianza mutua política y la cooperación económica, constituyen los pilares más importantes de la relación sino-estadounidense.
Un nuevo tipo de relación
Luego de la reelección de Barack Obama y del exitoso XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China, las relaciones entre ambos países han ingresado a una nueva etapa. Las dos partes nunca habían enfrentado tareas tan complicadas como las que tienen hoy. Han encontrado dificultades para hallar un equilibrio entre competencia y cooperación, desafíos y oportunidades, y crisis y estabilidad. Los esfuerzos para mantener el respeto mutuo y lograr beneficios comunes en la competencia y la cooperación pondrán a prueba el liderazgo en ambos lados del Pacífico. Tal vez la “cooperación con discrepancias” se convertirá en el principio mediante el cual ambos países logren el respeto mutuo y el beneficio común.
El llamado “nuevo tipo de relaciones entre grandes poderes” proporciona un marco adecuado para el futuro desarrollo de la relación bilateral, que se caracterice en una sana competencia y no en una confrontación. Aunque aún existen tensiones entre los dos países, como la estrategia de “reequilibrio” de EE. UU. en el Asia-Pacífico, el consenso político, los intereses mutuos en la economía y el comercio y el impulso creciente de los intercambios en el campo humanístico demuestran su interdependencia.
Es así que se subraya que ambas partes deben respetar el orden mundial y asumir responsabilidades conjuntas en la comunidad internacional. Por supuesto, ello es un punto en el que EE. UU. es tradicionalmente fuerte, pero, a la vez, se trata de un nuevo rol para China, al ser la otra parte de esta “relación entre grandes poderes”. Nuestro país tiene que adaptarse a su nuevo papel, aprendiendo de otros países, acumulando experiencias, buscando un reequilibrio con sus vecinos y asegurando beneficios comunes con más países del mundo.
* Diao Daming es investigador adjunto del Instituto de Estudios Americanos de la Academia China de Ciencias Sociales.
Fuente: China Hoy edición 1.