La Copa Mundial 2014 de la Federación Internacional de Fútbol Asoiación (FIFA) se realizará en Brasil sin ningún cambio y la organización seguirá su rumbo sin modificaciones, aseguró su secretario general, Jerome Valcke.
El mensaje fue contundente, repetido en varias ocasiones, para "dejarlo bien claro" este lunes ante medios de comunicación en la sala de prensa del estadio Marcaná, en Río de Janeiro, tras disputarse ya la primera fase de la Copa Confederaciones 2013.
La FIFA quiere terminar con todos los rumores que hacen suponer que maneja un "plan B" para la organización de la Copa Mundial del próximo año, debido a la ola de protestas que se registran en Brasil, mientras se disputa el torneo que reúne a los campeones de las seis confederaciones más el campeón del mundo y el anfitrión Brasil.
La FIFA no ha recibido ofertas oficiales de otros países para organizar la Copa del Mundo de 2014, afirmó Valcke.
"Quiero dejarlo bien claro, la final de la Copa Confederaciones se jugará en el Maracaná y la Copa del Mundo se jugará en Brasil. No hay plan B", enfatizó.
El mensaje de la FIFA responde a la presión sobre la creciente politización del fútbol en un país en el que el deporte es una obsesión nacional, cinco veces campeones del mundo y cuna de los mejores futbolistas.
Tras la ola de protestas que se han registrado en las ciudades más importantes de Brasil contra la corrupción y el despilfarro de los políticos del país, en particular por la inversión "exagerada" de Brasil en la organización de la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos en 2016, surgieron versiones de que algunos países se ofrecieron como sede.
En una entrevista con Xinhua, el ministro brasileño de Deportes, Aldo Rebelo, dijo que Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Japón habrían hablado con la FIFA para reportarse listos con el fin de albergar la Copa Mundial de 2016, en caso de que su país no pudiera.
Rabelo explicó en una corta entrevista, tras acompañar a Valcke, en la conferencia de prensa, que los gastos que hace Brasil para la infraestructura de la Copa del Mundo, "son gastos que se harían tarde o temprano en Brasil".
Descartó que el gobierno brasileño haya quitado parte del presupuesto de destinado a educación y salud para la construcción y restauración de los 12 estadios en el mismo número de ciudades que recibirán partidos de la justa mundialista.
Aclaró que la construcción de los estadios, son inversiones privadas y que por cada real que sale del sector público, 3,4 reales son de la iniciativa privada para obras de infraestructura como carreteras, aeropuertos y transporte para facilitar la movilidad en las ciudades.
"No hay ningún desvió de recursos destinados a salud y educación para obras de la Copa del Mundo o para la construcción de estadios, los recursos de los estadios son gasto de los propietarios que invirtieron su dinero o solicitaron prestamos al BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social)", indicó.
Según, Rabelo, la inversión de Brasil en infraestructura para albergar la Copa del Mundo significa apenas el 1 por ciento del presupuesto anual de la Unión, que para este año es de 177.000 millones de reales (unos 80.000 millones de dólares).
El gobierno brasileño admitió en días pasados que el presupuesto del Mundial 2014 se disparó a casi 13.000 millones de dólares.
Hasta febrero último las autoridades calculaban el gasto público en las obras de infraestructura para el torneo organizado por la FIFA en 26.500 millones de reales (unos 12.300 millones de dólares) gastados desde 2007, cuando Brasil ganó la sede para albergar el Mundial.
CONTINUAN LAS MANIFESTACIONES
Las manifestaciones que desde hace un par de semanas se registran en diversas ciudades de Brasil continúan aunque más fragmentadas y menos multitudinarias, días después de la promesa de la presidenta Dilma Rousseff al diálogo y la suspensión del aumento a la tarifa en el precio del transporte.
Para el próximo 1 de julio se convocó a través de las redes sociales en internet a una huelga general.
Una página de Facebook sobre este llamado cuenta con más de 700.000 seguidores. Las protestas que comenzaron cuando la gente salió a protestar por el alza a los precios del transporte público fueron en aumento, hasta el punto de cuestionarse la rentabilidad y los gastos de la Copa del Mundo.
En las protestas inicialmente participaron un pequeño grupo de estudiantes, pero, tras la respuesta violenta de la policía registrada por las cámaras de televisión se han ampliado para convertirse en un movimiento nacional con el apoyo del público que se extiende a todas las clases socioeconómicas.
Los manifestantes ahora han centrado sus reclamos en contra de la corrupción y el despilfarro de los políticos de la nación.
Los brasileños están molestos, dicen, porque el gobierno invierte miles de millones de dólares en los estadios para los eventos, pero no ha logrado hasta ahora mejoras significativas en el transporte público, aeropuertos y carreteras.
El domingo, en una manifestación en el barrio de clase media baja de Madureira, en un suburbio al norte de la ciudad de Río de Janeiro, una estudiante de biología dijo a Xinhua que "Brasil ya cuenta con estadios de primer mundo, ahora le hace falta construir el país que les rodea".
Los brasileños, en las grandes ciudades, luchan a diario con la congestión del tráfico. Para recorrer en Río de Janeiro un trayecto de 10 kilómetros los automovilistas pueden tardar hasta una hora.
Los servicios de salud son deficientes y el deterioro de la seguridad pública es evidente, basta abrir un periódico para leer algunas historias de horror.
Algunos de los mejores ex futbolistas como Romario, Rivaldo o Ronaldo se han pronunciado a favor de las protestas, no así Pelé que fue blanco de críticas tras pedir a la gente que se olvidaran de salir a las calles y mejor apoyarán a la selección brasileña.
El debate se ha vuelto común en Brasil, las protestas continuarán estos días para aprovechar que todavía restan por disputarse las semifinales y la final el 30 de junio de la Copa Confederaciones.
El fútbol se ha vuelto la mejor ventana al mundo para las reivindicaciones sociales de los brasileños, como dice un letrero afuera del emblemático estadio Maracaná, donde se escucha la voz del pueblo brasileño.