Por Pau Ramírez
RIO DE JANEIRO, 21 jul (Xinhua) -- Entre las cinco de la tarde y hasta bien entrada la medianoche, el carioca Jorge Acchiles de Almeida, de 61 años, trabaja y derrocha estilo cada día en medio de bebidas frías, masajes "shiatsu", esencia de rosas y música relajante en vísperas de que este país albergue eventos de talla internacional.
Contra lo que de inmediato pudiera pensarse, Acchiles de Almeida no se desempeña en un Spa o un hotel de cinco estrellas. En realidad cumple el oficio de taxista.
Hace cinco años, que decidió que sus pasajeros disfruten un trato exclusivo a cambio sólo de una gran satisfacción.
Licenciado en Economía, Acchiles de Almeida trabajó 26 años en la empresa Light hasta que fue despedido en 2008. Luego obtuvo una licencia y empezó a trabajar de taxista, pero decidió renovarse e inventar.
El hecho de que Río de Janeiro acogerá en breve una serie de eventos de talla internacional y la previsible cantidad de turistas que visitará la ciudad, animó a Acchiles de Almeida a crear un servicio diferenciado y novedoso.
"En la vida, siempre digo que lo importante es buscar, ver y acertar. Yo acerté", comenta.
"Quería tratar a mis clientes como siempre quisimos ser tratados en un taxi. Al fin y al cabo son ellos los que pagan mi sueldo. Hice una encuesta de mercado con los primeros clientes para saber lo que les falta en el taxi", expuso.
El "shiatsu móvil" dura 15 minutos y es accionado por un control remoto al alcance de los pasajeros. La experiencia es aún más relajante con la banda sonora especial. El "CD de trabajo", como lo llama su dueño, reúne clásicos de Bossa Nova en versión instrumental. Cree que "La música con letra estresa todavía más". A él le gusta un volumen moderado. Además de la música, los trayectos de los clientes son suavizados con champú Monange azul. El suave aroma de rosas proviene de dos barras de jabón de la farmacia, cuidadosamente colocadas en el revistero.
La lista de beneficios que el taxista ofrece es extensa. Además de la silla de masaje, quien entra en el Zafira dispone de refrescos, helados y agua mineral; cargador de teléfono móvil y ordenador portátil; impermeables desechables; caramelos y galletas; televisión digital y regalos para los niños.
Con estos servicios, Jorge ha conseguido especializarse en un sector que está creciendo, el del lujo y los negocios, y es de los pocos, para no decir el único, que ha sabido contentar a la clientela.
"Las personas se impresionan, le doy las gracias una y mil veces, pero soy una excepción, cuando debería ser la regla. Me encantaría decir que copié de algún sitio, pero sería una mentira. Nunca he visto alguien ofrecer este servicio. Y te juro: me gustaría que todo el mundo me copiase", afirma.
Equipado con dos teléfonos móviles que no dejan de sonar, Jorge programa las citas con meses de antelación. Sus mejores clientes, dice, están en Río. Reclaman su servicio por un día entero y a veces el fin de semana. "Es el mejor taxista que he visto", dice el ingeniero bahiano Sergio Lemos, que vive en Salvador y Río de Janeiro y que ya ha pasado más de 12 horas a bordo del vehículo.
"La primera vez que cogí su taxi me sorprendió.Es un tratamiento muy diferenciado", explica.
Como en una secuencia lógica de factores, quien aborda el taxi también coge su tarjeta. El taxista distribuye un promedio de 140 cartas por semana, o casi 600 por mes. Aún así, el taxista asegura que prefiere atender pocas personas y bien, en vez de muchas y de cualquier forma.
Con el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos en puerta, este tipo de servicios seguramente se hará popular entre los turistas y Jorge Acchiles de Almeida está listo para aprovechar.