Lo que encierra un clic histórico |
Fuente:El Periódico
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Hizo cuatro disparos -clic, clic, clic, clic- y logró una foto para la historia. Hacía un año que esa imagen rondaba su mente, siempre en ebullición, siempre abarrotada de proyectos. «A cabeza non para», dice siempre este fotoperiodista gallego. La instantánea que Pedro Armestre capturó el pasado 7 de julio de la pamplonesa calle de la Estafeta, inundada de testosterona y de adrenalina, en el primer encierro de San Fermín empezó a gestarse hace dos años. Y todo empezó por culpa de aquella mochila que Armestre olvidó, después de otro encierro, y que Carmen vio desde su balcón de la calle de Mercaderes.
Carmen mandó bajar a la calle a Verónica, una joven pamplonesa apasionada de la fotografía, que, mochila en mano, corrió en busca de Armestre. Entre pinchos y vinos, la muchacha le contó que el balcón de Carmen tenía unas vistas increíbles y que debía probar. El año pasado presenció un encierro desde ese privilegiado mirador. Y disparó la misma escena que ha quedado plasmada en la fotografía que esta semana ha dado la vuelta al mundo y ha sido portada y doble página de los mejores diarios internacionales, y que algunos ya califican como la mejor foto de la historia de San Fermín. La mandó a la agencia France Presse, para la que trabaja durante las fiestas de Pamplona desde 1998, y pasó desapercibida. No era la buena. «Supe que tenía que volver, pero un día que hubiera mucha más gente. Que esa podía ser una buena foto».
Con Carmen se entendieron. Una mujer de Pamplona de toda la vida con una preciosa casa señorial de dos balcones, abarrotada de recuerdos y de muchísima vida bien vivida. A pesar del porte aristocrático de la dama, sintonizaron, y Armestre volvió por la tarde y regaló a Carmen su Plaza Tomada, su libro de fotografías del 15-M que financió gracias al patrocinio de los devotos de su manera de hacer y entender la fotografía. La pamplonesa le respondió con dos botellas de buen vino y quedaron emplazados para el año que viene. Este.
«Tenía que ser domingo. Era el primer encierro y Pamplona estaba a reventar». Armestre compartió balcón con una pareja americana, sus hijos y Verónica. Solo necesitó cuatro disparos. Cambió el encuadre e hizo otras tomas de ese primer encierro del 2013 en el que cada uno de los cientos de fotoperiodistas que cubren el festejo apenas tiene unos segundos para inmortalizar todo lo que significa esta fiesta. Después del encierro, y antes de acudir a su cita en el bar La Raspa, punto de encuentro de fotógrafos de blanco y pañuelico al cuello, Armestre editó el trabajo para enviar a France Presse. «La ajusté de niveles y la pasé. No toqué el encuadre. Sabía que era una muy buena foto. Pero ando todavía sobrecogido y sorprendido. La verdad es que no he tenido tiempo de detenerme, tomar distancia y verla bien». Como el resto de fotoperiodistas que cubren San Fermín, la media es de tres horas de cama, lo justo de ordenador para editar imágenes y el resto del día lo pasan pateando las calles. Armestre vive San Fermín para poder retratarlo. «No entiendo hacerlo de otra manera. Es una fiesta muy especial, donde se hacen relaciones únicas. Hay gente a la que solo ves una vez al año, pero a la que quieres como si fuera de toda la vida». Armestre asegura que su gran foto es el resultado de esos 15 años de trabajo intenso. Ni suerte, ni azar. Constancia y sentir intensamente para transmitir lo vivido.
Su fotografía es inmensa, hipnótica. Atrapa como un cuadro, con ese mar de gentes ansiosas de disfrutar, de vivir la vida, de gozar la fiesta. «La foto de Perico es la esencia de San Fermín. Es como el óleo La rendición de Breda, está todo ahí», asegura el fotoperiodista asturiano Eloy Alonso, otro de los excelentes retratistas de Pamplona en fiestas. ¿Y el año que viene? «Ya veremos. A Carmen le llueven las ofertas. Ahora todo el mundo quiere ir a su balcón...», explica Pedro Armestre. De momento, hoy mismo viaja rumbo al Ártico junto a Alejandro Sanz y Greenpeace. Seguro que algo trama. Mejor no perderle de vista.