Dos modelos de innovación de los que aprender

Actualizado a las 13/11/2013 - 16:25

Pekín, 13/11/2013 (El Pueblo en Línea) - Las tres naciones que, de una forma u otra, lideran la economía mundial en este momento son Estados Unidos, Alemania y China. Para Estados Unidos, la innovación está impulsada por un espíritu positivo y una atracción por el riesgo. En Alemania, un compromiso con la calidad y la excelencia de la ingeniería son las claves para el éxito de sus multinacionales y pequeñas y medianas empresas.

Palabras clave：innovación,modelos

Por Stephan Richtery Nathan Richter

Pekín, 13/11/2013 (El Pueblo en Línea) -Las tres naciones que, de una forma u otra, lideran la economía mundial en este momento son Estados Unidos, Alemania y China. Para Estados Unidos, la innovación está impulsada por un espíritu positivo y una atracción por el riesgo. En Alemania, un compromiso con la calidad y la excelencia de la ingeniería son las claves para el éxito de sus multinacionales y pequeñas y medianas empresas.

La fortaleza económica de China se ha construido a base de competitividad en los precios y la adopción de innovaciones y tecnologías extranjeras desde la apertura del país, y su impacto global ha sido debido principalmente gracias a la gran escala de producción de la nación. La crisis financiera global, sin embargo, ha introducido una nueva fase en el desarrollo económico de China, ya que el país no puede depender del consumo exterior como motor de crecimiento. Hay que desarrollar el consumo interno. Además, el aumento de los costes salariales hace poco probable que China sea capaz de seguir creciendo de la manera que lo ha hecho hasta ahora.

Para seguir avanzando, China necesita desarrollar un sistema de gestión. Para ello lo más importante es profundizar en la innovación del producto.

Para mejorar en innovación, China necesita aprender de Alemania y Estados Unidos, que ofrecen los dos modelos principales de éxito futuro.

Las ventajas del enfoque de EE.UU en la gestión de la innovación son: más rápida aceptación en el mercado de nuevos productos, la amplia notoriedad en los nuevos mercados y la atención a los comentarios de los clientes, que pueden utilizarse para mejorar futuros lotes o actualizaciones de productos. El problema es que la calidad del producto podría verse afectada, lo que deja la puerta abierta a otras empresas (posiblemente de otros países) que quieran entrar.

Las empresas alemanas han sido las líderes en innovación en cuanto a tecnología y calidad del producto. Sin embargo, debido a una resistencia cultural al riesgo y una preferencia generalizada hacia la estabilidad, las grandes empresas alemanas no han podido capitalizar nuevas ideas de la misma manera que las compañías norteamericanas.

Las ventajas del enfoque de gestión de la innovación alemana son la alta calidad del producto y los servicios que acompañan a dicho producto. La desventaja es que los nuevos productos llegan tarde al mercado, y las innovaciones dejan de ser innovaciones.

¿Qué significa esto con respecto a la trayectoria futura de China? Se cree que cuanto más libre sea una sociedad o una economía, mayor será la innovación. La innovación llega cuando a las personas se les enseña desde muy joven a desafiar la norma. Sin embargo, no debe exagerarse el nexo entre democracia e innovación. Históricamente, las empresas alemanas demostraron un espíritu innovador mucho antes de que el país fuese democrático. Eso sugiere que la democracia no es necesariamente un requisito para la innovación.

La gran pregunta para las empresas chinas es si se puede encontrar su propio equivalente del espíritu amante del riesgo de Estados Unidos que se traduce en innovación radical, o desarrollar algo más parecido al modelo alemán de excelencia tecnológica para dar a los productos una ventaja global.

Todo lo que sabe es que los nuevos líderes de China reconocen el desafío. Ellos han comenzado a fomentar la innovación y pretenden modernizar las estructuras educativas. Algunas de las principales universidades de China han lanzado programas dedicados a perfeccionar el potencial innovador de los futuros directivos del país.

También es probable que tanto el modelo de gestión alemán como el estadounidense sean puestos en práctica en China. Las empresas estatales del país tienen características parecidas al modelo alemán. En contraste, las empresas privadas chinas están obligadas a seguir el modelo de Estados Unidos.

Stephan Richter publica y edita para The Globalist, y es presidente del Centro de Investigación de The Globalist. Nathan Ritcher es experto en Estudios de Administración de la Escuela de Negocios de la Universidad de Pekín en Shenzhen, China. The Globalist

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