El ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, censuró hoy la falta de "voluntad política" y "vergüenza" para poner fin al hambre en el mundo y acusó a los países ricos de desinterés para actuar contra este flagelo que lacera a millones de personas.
En un discurso al cierre de la III Conferencia Global sobre Trabajo Infantil en Brasilia, el ex mandatario apuntó el desinterés de los gobiernos de los países desarrollados en resolver el drama del hambre y la pobreza.
Pidió a los asistentes al encuentro hacer un ejercicio de imaginación sobre qué ocurriría si "esos recursos fueran usados en transferencia de renta para los más pobres" del mundo.
Según Lula, en la historia de Brasil nunca se invirtió tanto en el combate al trabajo infantil como hace hoy día.
"Puedo decir con mucho orgullo que participé de un momento en la historia de este país, como gobernante y como ciudadano, que nunca antes en la historia de Brasil se dedicó tanto tiempo y se puso tanto dinero para acabar con esa plaga", enfatizó.
Para el ex presidente, el combate al trabajo infantil tiene que ser una política de Estado de caracter permanente y con recursos específicos en el Presupuesto.
La III Conferencia sobre Trabajo Infantil, organizada por el gobierno brasileño y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) concluyó este jueves con la Declaración de Brasilia, que propone medidas para acelerar el combate a ese flagelo global.
De acuerdo con la OIT, entre 2008 y 2012 el número global de niños trabajadores descendió de 215 a 168 millones.
A pesar de disminución, no es suficiente para alcanzar el objetivo de eliminar las peores formas de trabajo infantil para 2016, una meta acordada por la comunidad internacional gracias a la OIT.
Más de la mitad de los 168 millones de niños trabajadores en el mundo están involucrados en actividades peligrosas que ponen directamente en riesgo su salud, seguridad y desarrollo moral.
El número actual de niños que realizan trabajos peligrosos es de 85 millones, frente a los 171 millones en 2000.