El porcentaje de familias brasileñas que compra armas de fuego cayó un 40,6 por ciento desde 2003 cuando entró en vigor el Estatuto del Desarme, una legislación más rígida para la posesión y el porte de armas en el país, según un estudio divulgado el lunes por el gobierno.
Mientras que en 2003, el 0,0397 por ciento de las familias brasileñas reconocieron haber comprado un arma de fuego dentro del "Estudio de presupuestos familiares", en 2009 la cifra bajó hasta el 0,0236 por ciento, lo que según el estatal Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea) supone que el número de armas compradas cada año por los brasileños pasó de las 57.000 en 2003 hasta cerca de 37.000 en 2009.
Tras las nuevas normas, la demanda masculina por armas se redujo en un 45,1 por ciento, y las compras de armas por jóvenes de entre 20 y 29 años fue superior en un 172 por ciento a las de personas de entre 40 y 49 años en el periodo analizado, aunque la demanda juvenil por armas se redujo un 51,2 por ciento frente a las cifras de 2003.
El informe del Ipea muestra que las personas analfabetas y las que tienen menos de tres años de estudio compran el doble de armas que las adquiridas por las personas con más de doce años de estudio. Por regiones, la compra de armas en las zonas rurales es en un 396,4 por ciento superior que en las ciudades.
Si se trata de ocupación, la posibilidad de una empleador de comprar un arma de fuego es en un 219,7 por ciento superior a la de un empleado.
El Estatuto del Desarme, que rige en Brasil desde finales de 2003, castiga severamente el uso y la compraventa de armas de fuego en el país, y establece que los únicos que pueden salir armados a las calles son policías, militares e integrantes de servicios de inteligencia y seguridad oficiales.
Los demás propietarios de armas, aunque tengan licencia, tienen que mantenerlas guardadas en casa, y quienes desobedezcan esa norma podrán ser condenados a penas de hasta cuatro años de prisión.