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Matrimonios homosexuales chinos luchan contra la presión social

Actualizado a las 02/04/2013 - 16:55
(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Yang Bin (pseudónimo) nació en 1970 en los alrededores de la municipalidad china de Beijing y en la actualidad es propietario de un pequeño restaurante.
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(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Yang Bin (pseudónimo) nació en 1970 en los alrededores de la municipalidad china de Beijing y en la actualidad es propietario de un pequeño restaurante.

Como muchos homosexuales del país, tiene una triste historia de lucha en su matrimonio heterosexual, debido a que la cultura familiar china se centra en casarse y conservar el apellido de la familia, de ahí que la tolerancia hacia los homosexuales sea todavía muy limitada, particularmente en las regiones menos desarrolladas.

Cuando Yang se hizo mayor, comprobó que era gay. Sin embargo, ese descubrimiento permaneció mucho tiempo oculto en el fondo de su mente, pues tácitamente, cualquiera con esa tendencia sexual era considerado anormal e indefendible por los chinos durante las décadas de los 80 y los 90 del siglo pasado, cuando la homosexualidad estaba incluida en la Clasificación oficial de Desórdenes Mentales de China.

No fue hasta 1997, cuando Yang tenía 27 años, en que él tuvo la primera oportunidad de reunirse con otros homosexuales. En un parque frecuentado por gays, un hombre se le acercó y flirteó con él. La experiencia le excitó y al siguiente día retornó al lugar, descaradamente encontró otro hombre y “lo que debía suceder, sucedió”.

Finalmente descubrió el amor y halló una salida para la emoción que le había oprimido durante tanto tiempo. Yang era feliz, aunque no por mucho tiempo.

En 2011, sus padres le apremiaron reiteradamente que se casara. Sin más opción, el joven reveló su verdadera inclinación sexual, con la esperanza de que sus progenitores le entendieran y aceptaran.

Yang recuerda aquella noche en que sentado junto a sus padres en una cama, les confesó: “Yo soy gay, no me gustan las mujeres” y les explicó cómo había llegado a darse cuenta de su condición.

Pero no consiguió convencer a sus padres. Intentó que le comprendieran explicándoles en detalles. “Yo también quiero llevar una vida normal, pero no puedo ayudarme a mí mismo. Aunque estuve saliendo con una chica durante cuatro años, nunca le toqué sus manos”.

Su padre insistió en que se casara, diciéndole que prefería que se divorciara a que nunca se casara. Sus padres, que vivían en el campo, donde las personas eran más conservadoras, no podrían soportar el chismorreo de los demás aldeanos.

Finalmente Yang se casó aquel año, pero se divorció justo tres meses más tarde. Cuatro años después, en 2005, Yang contrajo un segundo matrimonio, algo que él jamás hubiese imaginado después del primero. Las cosas no salieron como él deseaba. “Pensé que podría alejarme de los círculos frecuentados por los homosexuales, pero no fue así”.

En los siguientes ocho años, la pareja solo ha hecho el amor en cinco ocasiones, todas intentos infructuosos por tener un hijo. “Me siento profundamente culpable y no sé cómo enfrentarme a mi esposa”, comentó.

Durante estos incidentes, incluso su virtuosa esposa no ha podido dejar de quejarse. “No demando nada de ti, pero déjame sentirme como una mujer”.

“Ni siquiera puedo satisfacer ese simple deseo de ella”, admitió Yang con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos.

A medida que pasaba el tiempo, él se dio por vencido de intentar hacer que su matrimonio funcionase y engañó a su esposa con otro hombre. El resultado fue un arreglo un tanto extraño, según el cual Yang y su esposa solo se ven los fines de semana, porque el esposo tiene que atender el restaurante día y noche.

El novio de Yang se mudó con él al restaurante, aunque su esposa lo continúa visitando cada fin de semana.

Yang recuerda que en una ocasión su novio se metió en calzoncillos en su cama y se acurrucó junto a él después que su esposa se levantó, pero ella se lo tomó a broma y simplemente comentó “mira qué feliz estás cuando él está bajo tu manta”.

Pero ellos nunca han hablado abiertamente sobre la condición de homosexual de Yang. Como sus padres, muchos chinos no aceptan la idea de la homosexualidad y la toman como una morbosidad corregible.

En 2007 a Yang le diagnosticaron el virus del VIH, pero afortunadamente no contagió a su esposa. Yang aún no se lo ha dicho a ella y consiguió una muestra de sangre de ella con el pretexto de que era necesaria para una prueba de hepatitis. Después de descubrir su condición, sin embargo, intentó convencerla de que se divorcien.

“Le he propuesto el divorcio en muchas ocasiones y la he animado a salir con otros hombres, porque quiero que ella comience una nueva vida, pero ella siempre se rehúsa”, señaló Yang y añadió que su esposa siempre ha creído que el problema fundamental es que él no es lo suficientemente maduro (ella es dos años mayor que él) y que las cosas van a mejorar cuando me haga mayor.

“Podemos aparentar ser una pareja admirable, haciendo lo mejor para cuidar cada uno del otro y vivir una vida acomodada, pero me duele ver cómo ella ha pasado de ser una chica alegre y extrovertida a una mujer con un rostro triste y lleno de melancolía”.

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