Haití avanzó en su reconstrucción casi tres años después del terremoto que devastó a la capital, y pudo establecer las bases de un nuevo Estado de derecho en 2012, pese a nuevos desastres naturales que se cobraron la vida decenas de personas y provocaron millones de dólares en pérdidas a la agricultura.
El país volvió a ser también escenario de protestas de una parte de la población inconforme con la supuesta lentitud del gobierno del presidente Michel Martelly para responder a sus necesidades, en un año en el que el mandatario se mantuvo enfrentado al Parlamento y debió encarar una nueva espiral de violencia.
Ex integrantes de las Fuerzas Armadas de Haití que reclaman viejas deudas del Estado se hicieron notar en varias ciudades hasta que fueron detenidos en una gigantesca operación en mayo, mes en el que Martelly celebró su primer año en el poder con la ratificación en el Parlamento de Laurent Lamothe como su nuevo primer ministro, tres meses después de la renuncia al cargo de Garry Conille, ex funcionario de la ONU.
Martelly, que fue llevado de emergencia a Estados Unidos en abril para ser operado por una embolia pulmonar, tuvo además que presentar sus documentos de identidad para demostrar que está habilitado para ocupar el cargo, lo que facilitó el diálogo con los legisladores que lo sometieron a una investigación en represalia por el apresamiento de un diputado el año pasado.
Haití estrenó en el 2012 una nueva Constitución que introdujo importantes reformas como la doble nacionalidad, aunque fue criticada por un artículo relacionado con la elección del primer ministro.
También estableció un nuevo Consejo Superior del Poder Judicial, posesionó a un nuevo jefe de policía y avanzó, a finales de año, en la conformación de un Consejo Electoral Permanente, que no pudo, sin embargo, convocar a elecciones parciales como se había programado.
Además, el país redujo de 1,3 millones en el 2010 a 360.000 en 2012 el número de personas que viven en campamentos para damnificados del terremoto del 2010, y dio pasos firmes para cambiar la fisonomía de su destruida capital, pese a que el gobierno consideró que aún faltan 12.000 millones de dólares para consolidar la reconstrucción.
Por otra parte, el gobierno lanzó un programa contra la pobreza extrema con un fondo inicial de 13 millones de dólares para el primer año, e inauguró su primera planta de tratamiento de aguas servidas, un signo del desarrollo del que hasta hace poco carecía el país más pobre del continente.
A pesar de los avances, en el segundo semestre del 2012 se empezaron a registrar decenas de protestas contra el gobierno, la inseguridad ciudadana y el alto costo de la vida, y en rechazo a la presencia de la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah), que mantuvo su cronograma de retiro parcial a lo largo del año.
La oposición también criticó los constantes viajes de Martelly que visitó Europa, Estados Unidos y varios países de la región, además de concretar la primera visita oficial de un gobernante haitiano a Japón.
En materia económica, Haití logró elevar en 54,6 por ciento los ingresos por la frontera e impuso sanciones a empresarios que no habían cumplido con el pago de impuestos para mejorar la recaudación fiscal, pero no pudo hacer nada para conseguir un crecimiento mayor al 2,5 por ciento, bastante lejos de lo calculado a comienzos del 2012 cuando se preveía una expansión del 7,8 por ciento.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) atribuyó el comportamiento a una difícil temporada agrícola y a un rezago en los esfuerzos de reconstrucción del país, "debido a una recurrente crisis política que retrasó la ratificación del primer ministro y al lento desembolso de recursos provenientes del exterior".
La desaceleración también se produjo por el paso del huracán "Sandy" y de la tormenta tropical "Isaac" y por temporales menores que dejaron cerca de un centenar de muertos, 250.000 afectados y pérdidas por más de 100 millones de dólares en la agricultura.
Además, una sequía mermó la producción agrícola en el primer semestre del año, lo que sumado a los desastres de la temporada ciclónica hasta dos millones de personas, según la ONU, quedaron a merced de la inseguridad alimentaria.
A mediados de diciembre, la ONU dijo que Haití requerirá 144 millones de dólares para asistir a su población más vulnerable en el 2013.
A las víctimas de las tormentas se agregaron las de la violencia, en una nueva espiral de secuestros, delincuencia común y narcotráfico, que dejó en promedio casi un centenar de víctimas por mes.
La actual situación fue denunciada en agosto por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando aseguró en un informe que luego de algunos meses de estabilidad la inseguridad ha aumentado de nuevo en el área metropolitana de Puerto Príncipe.
Entre las víctimas se contaron hasta una docena de policías, ex funcionarios públicos y respetadas personalidades del país, aunque al final de año las fuerzas del orden capturaron a Clifford Brant, hijo de un magnate haitiano y miembro de una de las familias de mayor abolengo en Haití, al que acusaron de liderar una peligrosa banda de secuestradores.
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