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El negro está perdiendo su brillo

Actualizado a las 18/10/2013 - 15:46

Guangxi, 18/10/2013(El Pueblo en Línea)-Miembros del grupo Heiyi (traje negro) de la etnia Zhuang aún mantienen su estilo de vida tradicional, pero esta práctica está desapareciendo rápidamente.
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El negro está perdiendo su brillo
Muchos miembros del grupo Heiyi de la etnia Zhuang aún continúan la tradición de usar ropa negra, en el condado de Napo, región autónoma de Guangxi Zhuang. [huo yan / China Daily]

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Fuente: China Daily

Guangxi, 18/10/2013(El Pueblo en Línea)-Miembros del grupo Heiyi (traje negro) de la etnia Zhuang aún mantienen su estilo de vida tradicional, pero esta práctica está desapareciendo rápidamente.

La aldea Dawen se encuentra oculta entre las montañas cerca de la frontera de China con Vietnam. La ciudad más cercana es Longhe, en el condado de Napo, que se encuentra a dos horas a pie.

La aldea es hogar un grupo Heiyi (vestido negro) de la etnia Zhuang.

La etnia Zhuang, con una población de 15 millones, es el grupo étnico más grande después de los Han en China. De los doce grupos de esta etnia, el Heiyi es el único que aún mantiene su tradicional estilo de vida.

La gente se fabrica y usa ropa negra con capuchas. Cuenta la leyenda que sus antepasados usaban ropa negra para protegerse de los monstruos en los bosques oscuros.

La topografía montañosa ha sido una barrera natural contra el caos de las guerras en el pasado, pero también un obstáculo para la prosperidad de la zona.

Los antepasados de los aldeanos huyeron a la pequeña cuenca del valle del río Youjiang en Nanning, capital de la región autónoma de Guangxi Zhuang, a finales de la dinastía Qing (1644-1911).

El único acceso a Dawen es un sendero excavado en la ladera de una montaña sobre un acantilado.

La plaza de la aldea es una pista de baloncesto con las canchas oxidadas, que ahora se utilizan para tender la ropa. A un lado de la pista hay una clínica y un gran patio rodeado por tres edificios de madera de dos pisos.

Según Liang Jincai, el guardia de la zona, este es un museo creado por un programa conjunto de los gobiernos chino y noruego.

El museo fue construido en 2008 por los aldeanos de Dawen. Las exposiciones pertenecen a los aldeanos, incluyendo artículos de uso diario.

Liang, de 75 años, un antiguo alcalde de la aldea ya jubilado, es el único trabajador del museo.

También es el líder del grupo Heiyi, pero su papel como tal se está desvaneciendo.

"Los aldeanos me invitan a ritos religiosos y a recitar sutras solo cuando alguien muere en la familia. Aunque mi hijo mayor tomará mi posición, no creo que la tradición familiar llegue a mi nieto ", dice.

"Mis cuatro hijas y mis dos hijos viven en Guangdong, como muchos jóvenes de la aldea. Solo vienen a casa para el Festival de Primavera".

Su preocupación tiene fundamento.

Un tercio de las antiguas casas han sido reemplazadas por nuevos edificios, gracias al dinero enviado por los jóvenes que trabajan en las ciudades.

Quienes todavía viven en el pueblo son en su mayoría mujeres, niños pequeños y ancianos.

Los edificios residenciales de adobe son generalmente tres pisos y construidos con madera, barro y tejas de barro negro.

La primera planta se utiliza para criar vacas, cerdos, pollos y patos. El segundo piso suele tener dos o tres dormitorios, un salón comedor y una cocina con un pequeño altar religioso en el medio. El tercero es el ático para almacenar granos, semillas y alimentos.

"Solíamos fabricar casi todo lo que necesitamos, desde tela, vino, comida y muebles hasta jabón. Criábamos vacas para labrar la tierra, cerdos para generar fertilizantes, y pollos y patos para cambiar por sal y otros productos en el bazar local", dice Ma Qingjing, de 42 años.

Su esposo trabaja como obrero de la construcción en Guangdong, mientras que ella se encarga de sus dos hijos, sus padres y dos campos de maíz en las montañas.

"Los jóvenes ya no creen ni en dioses, ni en la naturaleza tanto como nosotros, y no los culpo. Supongo que para ellos, el dinero y el conocimiento de las ciudades son sus dioses. Nuestras canciones, bailes, idiomas y sutras desaparecerán pronto", dice Liang.

Otra costumbre que está desapareciendo es la de los ritos funerarios ancestrales.

Según la tradición, la familia debe desenterrar los huesos de los muertos a los tres años de enterrarlos, lavarlos uno por uno, ponerlos en una olla de porcelana y enterrar la olla en un lugar diferente. La tumba debe estar cubierta por azulejos.

Esto también es una gran preocupación para Liang. "Espero que me entierren como en los viejos tiempos. De lo contrario, no podré disfrutar de una vida pacífica en el otro mundo".

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