Pekín, 13/09/2013(Pueblo en Línea)-René González es uno de los 5 héroes antiterroristas luchadores por la paz sentenciados hace 15 años el 12 de septiembre a infames condenas en EE.UU., acusados de infiltrar las bandas de extremistas cubanos auspiciados por la CIA y otras organizaciones dedicadas a promover la subversión en Cuba desde el sur del estado de la Florida.
Él ha sido el único que ha cumplido su injusta sanción y, luego de una complementaria reclusión domiciliaria en territorio de Estados Unidos, le ha sido permitido regresar definitivamente a su patria. No obstante, todos han decidido mantenerse firmemente identificados como “los Cinco” hasta tanto, juntos todos, disfruten de libertad en Cuba. Desde Cuba, René González ha convocado a sus compatriotas a una jornada masiva de recordación por el aniversario, en la que los participantes porten cintas amarillas o las coloquen en árboles u otros lugares visibles con motivo del decimoquinto aniversario de su injusto encierro.
El mensaje sencillo y directo de René tiene un significado común para los pueblos de las dos orillas del Estrecho de la Florida: “dejen a los cinco cubanos volver a casa porque unos y otros los queremos de vuelta con los suyos”.
Menos de 12 horas después de que René lanzara esta idea ya los cubanos de toda la isla buscaban no solo cintas amarillas sino todo lo que tuviera este color para adornar a toda Cuba con este color.
Esta será una manera nueva de expresar algo que se ha manifestado en las interrelaciones entre cubanos y estadounidenses por infinidad de años: por difíciles que sean las circunstancias no puede haber animosidad entre los dos pueblos.
El heroísmo de los cinco antiterroristas cubanos sirvió para que las autoridades políticas y policiales estadounidenses contaran con evidencias irrebatibles acerca de las acciones criminales que se urdían en el sur de la Florida. Pero, por el control del ambiente policial y político que tienen en el estado de la Florida, las organizaciones de extremistas anticubanos protegidas por la CIA, sucedió que, en vez de ser arrestados los asesinos, lo fueran los luchadores por la paz denunciantes.
Luego vino una tortuosa manipulación de los procesos judiciales que condujo a absurdas condenas de hasta tres cadenas perpetuas sin que se hubiera probado en todo el proceso judicial un solo muerto, herido o hecho de violencia imputable a los acusados.
A ninguno de los pacifistas cubanos se le pudo probar siquiera el delito de espionaje, por lo que para evitar la reacción de la población estadounidense contra tan escandaloso fraude legal, se aplicó en los mayores consorcios de la información una rígida política de censura a la divulgación de los actos judiciales y las condenas impuestas, que es precisamente el silencio que pretende contribuir a quebrar la jornada de las cintas amarillas a la que ha llamado René González.