BEIJING, 3 Mar (Xinhua) -- En los años a partir de ahora cuando el mundo eche un vistazo al pasado para ver los cambios en China a partir de este y los próximos años y su impacto en todo el mundo, 2014 se recordará como el año de transformación, igualmente como lo ocurrido hace 36 años parar rediseñar el modelo chino.
En una sesión plenaria clave del Partido Comunista de China (PCCh) en noviembre último, la dirigencia del partido sorprendió al mundo al introducir una serie de propuestas de reformas radicales.
Estas medidas tocaron la mayoría de cada uno de los aspectos clave de la sociedad china, incluyendo la reducción de la corrupción, el fortalecimiento racional de la administración en todos los niveles, la política de planificación familiar y el combate de los problemas ambientales. La mayoría de éstos están en marcha.
Mientras el máximo órgano legislativo de China y el máximo órgano de asesoría política están reanudando sus sesiones anuales, se prevé que las reformas más recientes se conviertan en las leyes del país y las políticas de los órganos ejecutivos, el primer paso para asegurar que China pueda materializar un desarrollo más justo, equilibrado y sostenible, que también podría beneficiar al mundo.
El periodista indio-estadunidense, Fareed Zakaria, escribió en su editorial de la edición de Time en enero último que 2014 será "el año de China", al añadir que el país confronta "un punto de inflexión histórico".
El denso y nocivo esmog que impactó el 15 por ciento del territorio chino por días en febrero último puso en claro que China tiene ahora un boleto de una sola vía para transitar hacia reformas gratificantes. Y un sólido consenso para impulsar todo tipo de reformas maduras relacionadas con las dificultades se está construyendo en todos los ámbitos de vida de la nación.
Por los últimos 36 años, el mundo ha atestiguado la dramática transformación desde una economía centralizada y cerrada a la segunda economía del mundo y en la cima del comercio internacional.
Aún así, Beijing enfrenta una serie de crecientes retos y problemas.
El país parece demasiado entusiasmado sobre su Producto Interno Bruto (PIB), al tiempo que también refleja una falta de atención adecuada en la calidad del desarrollo.
Esto depende demasiado del comercio y la inversión en infraestructura, mientras que aún hace falta impulsar una red de seguridad social confiable que pueda ayudar a la ciudadanía a sentirse más segura y gastar más.
Estos problemas tienen que ser resueltos a fin de asegurar que China puede mantener su trayectoria de crecimiento en las décadas por venir.
Afortunadamente, la última iniciativa de reforma integral que se abordará en las dos sesiones puede ser tomada como un punto inicial para el arranque de un número mayor de acciones audaces por parte de la nueva generación de lderes chinos.
En tanto, el mundo no debería pasar por alto otra movida palpable acometida por Beijing para garantizar que el crecimeinto económico del país seguirá en la vía correcta.
En lugar de mantener su enorme consumo energético y su modelo de crecimiento riesgoso para el medio ambiente, China ha adoptado la iniciativa de reducir la velocidad a fin de facilitar la restructuración económica.
Para el mundo, que se ha beneficiado del crecimiento económico chino en los últimos años, una economía china mejor estructurada y más sana es una bendición verdadera.
Michael Shuman, un periodista estadunidense especializado en economía de Asia, comentó en enero que "el crecimiento económico de China está perdiendo ritmo, y nosotros deberíamos agradecerlo".
Shuman también escribió que si China pudiera llevar adelante reformas en forma rápida y con la profundidad suficiente, entonces "la economía china podría emerger más saludable y más orientada al mercado, lo que podría sustentar un mayor crecimiento".
De manera parecida a China, la comunidad internacional también está en un momento definitorio, mientras su sistema de gobernabilidad política y económica se prevé inmerso en una serie de ajustes.
La disfunción financiera global desatada por el desbarajuste del mercado hipotecario sub-prime de Estados Unidos en 2007 ha hecho sonar la alarma, lo que claramente demostró el desequilibrio y naturaleza injusta del mecanismo gobernante de las finanzas globales.
Las economías emergentes, en un escenario de crisis económica global, han desempeñado un papel clave en la conducción del mundo económicamente paralizado para llevarlo fuera de la crisis y hacia la recuperación, aun cuando el esquema es aún frágil.
A fin de que el mundo pueda evitar una avalancha financiera futura, las economías desarrolladas deberían trabajar con los mercados emergentes, en forma particular Beijing, en el rediseño de las mayores instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a fin de que desempeñen mejores funciones.
En tanto Beijing, junto con el mundo en desarrollo y las naciones ricas, está tratando de mejorar las superestructuras financieras y económicas del mundo con base en hacerlas más racionales y justas, y también está trabajando de una manera meticulosa para asegurar que su ascenso sea realizado en una manera pacífica.
La antigua teoría del inevitable choque de los poderes emergentes con el poder establecido es sólo una excusa sin sustento de un diseño político imprudente y poco sabio.
Beijing comprende que sus logros económicos son una consecuencia de armonizar por sí mismo con el resto del mundo, y que la consonancia de su promesa de desarrollo pacífico pone su futuro desarrollo en línea.
También, pese al hecho de que la economía del mundo está lentamente mejorando, aún se enfrenta a toda clase de incertidumbre originada por politicas monetarias descordinadas entre todas las capitales, el resurgimiento del proteccionismo comercial, los tormentosos problemas del empleo y la debilidad de las industrias bancarias.
En un mundo altamente interdependiente como el de hoy, todas las naciones van en el mismo buque. Progresan y se desploman juntas. En consecuencia, el conjunto de reformas que busca China abarca preocupaciones no sólo de su propia población, sino de otras en todo el mundo.
En consecuencia, para alentar y promover una recuperación económica global duradera y sólida, todas las naciones emprenden esfuerzos concertados mientras navegan en las aguas inexploradas del cambio. Además, no parece haber otra alternativa.
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