Por Yang Qingchuan
BEIJING, 25 jul (Xinhua) -- Viviendo en una era con una imperante tendencia pacífica, la gente suele ver las conmemoraciones de guerras y treguas como una oportunidad para reflexionar sobre las lecciones aprendidas tras el conflicto y apreciar la paz.
Con motivo del 60º aniversario del armisticio de la Guerra de Corea, el vicepresidente chino Li Yuanchao viaja este jueves a la República Popular Democrática de Corea (RPDC) invitado por Pyongyang.
Ya han pasado seis décadas desde que el alto al fuego fue alcanzado finalmente para poner fin a uno de los conflictos más costosos desde la Segunda Guerra Mundial.
Transcurridos sesenta años, el noreste de Asia y el resto del mundo han vivido cambios muy profundos.
China y la RPDC, no obstante, siguen disfrutando de fuertes relaciones tradicionales.
Asimismo, los lazos entre algunas de las partes enfrentadas en dicho conflicto han evolucionado drásticamente. China y Estados Unidos, por ejemplo, aspiran a construir un nuevo paradigma de relaciones entre los principales países del mundo, mientras que Beijing y Seúl se han convertido en importantes socios comerciales.
Si el conflicto del pasado puede servir como una lección para el futuro, una de las revelaciones más importantes de la Guerra de Corea sería el valorar siempre la paz sin perder de vista el futuro.
Como la paz es difícil de lograr, mantener la tranquilidad y salvaguardar la estabilidad de la península y la región en conjunto sería la mejor forma de conmemorar la guerra.
Sin embargo, se debe anotar que el "armisticio" no es una sustitución de la paz duradera en la península, la cual aún no se ha alcanzado del todo pero es una meta plausible.
Una cosa está clara: si el problema de la península coreana no pudo solucionarse por medios militares hace 60 años, hoy en día tampoco será posible.
Como un importante actor en la región y un signatario del Acuerdo del Armisticio de la Guerra de Corea, China ha desempeñando durante años un papel activo en facilitar el diálogo y promover la paz en la península.
Como la paz y el desarrollo son temas prevalecientes de nuestra era, nadie quiere ver una repetición de lo que ocurrió en la península 60 años atrás.
Por lo tanto, la conmemoración de la tregua debe convertirse en una nueva oportunidad para que las partes pertinentes trabajen juntas y creen las condiciones necesarias para reanudar el diálogo hacia la meta de la desnuclearización y el logro de una paz duradera en la península coreana.