Pekín, 08/08/2013(El Pueblo en Línea)-Ayer se cumplió el 68 º aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima. El mismo día, Japón lanzó una fragata clase 22DDH de nueva generación, llamada Izumo. El nombre es el mismo que el de la utilizada durante la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa (1937-1945). Tiene 248 metros de largo, 38 metros de ancho y un peso de desplazamiento de 27.000 toneladas. Es más grande que algunas de las fabricadas por Gran Bretaña, Italia y España.
A pesar de que se conoce como una fragata, no es nada menos que un portaaviones liviano. Como la Constitución de la Paz de Japón le prohíbe al país tener portaaviones, el gobierno japonés ha lanzado esta vez una bola curva. La pelota no sólo está dirigida a la Constitución de la Paz, sino también ha sacudido la actitud de la región Asia-Pacífico hacia Japón.
Han pasado casi 70 años desde la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, pero no ha habido una influencia persistente dentro del país que trata de romper las limitaciones que se le impusieron. Las autoridades japonesas han estado luchando para lidiar con los problemas históricos. Les resulta difícil ocultar su ambición de que el país se convierta en una potencia militar. El 22DDH se conoce con el nombre de “fragata”, y los altos funcionarios han visitado el Santuario Yasukuni de manera “privada”. Ambas son formas de encubrimiento.
El portaaviones 22DDH definitivamente no cambiará el patrón estratégico militar en el Pacífico oeste. Es más como un símbolo del fuerte deseo de Japón de volver a su tiempo como potencia militar. Japón se ha visto frenado durante un tiempo tan largo. Tiene demasiadas esperanzas de convertirse en un jugador importante en los asuntos políticos y militares en la región de Asia-Pacífico.
A pesar de ello, Japón ha participado activamente en disputas territoriales y problemas históricos con los países vecinos. En la literatura japonesa, se han producido obras que piden el regreso del militarismo y expresan la fantasía de que Japón derrotó a los EE.UU.. La derecha japonesa es uno de los grupos extremistas más radicales en el Este de Asia.
La historia de Japón carece de una tradición de “normas morales” y adora el poder armado. A menos que toda la nación sufra una construcción histórica y cultural completa para deshacerse de su agresividad y sensación de crisis, Japón debe ser restringido en sus acciones.
Japón no debe tener este tipo de pensamiento para aumentar su propia fuerza y reconstruir su entorno geopolítico a través de su construcción del poder militar.
Tampoco tiene que creer que armadas avanzadas y armas de destrucción masiva le ayudarían a romper el cerco en la región Asia-Pacífico.
Japón está dejándose llevar por la manía y la adoración por el poder en la era más pacífica en el noreste de Asia. Esto puede conducir a la creación de un nuevo barril de pólvora en la región Asia-Pacífico. Japón no puede amenazar a China en asuntos de vida o muerte. Pero es probable que se convierta en un problema más grave para China. Para responder al portaaviones liviano de Japón con el nombre de “fragata”, China sólo puede desarrollar sus propios portaaviones reales.