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El cuidado de los pies

Lu Qin le hace la pedicura a una clienta en su negocio de Pekín. Luo Wei / Xinhua

Lu Qin, de la que se reían de pequeña por tener los pies malolientes, ahora regenta uno de los salones de pedicura más “chic” de la capital. La buena emprendedora ha transformado la industria del cuidado de los pies.

Al igual que la acupuntura y el masaje tradicional, la pedicura también tiene una larga historia en China, que data del 3.000 a.C.

No se tratan de pedicuras para embellecer las uñas de los pies. Usando unas cuchillas especiales, estos profesionales curan dolencias de pies de la gente, que son difíciles de tratar en hospitales. Sin embargo, dedicarse a hacer pedicuras no siempre fue el suelo de Lu Qin, que aprendió el oficio en la década de los 80.

"En aquella época solo los hombres se dedicaban a esta profesión", recuerda Lu de 42 años. "Las mujeres tenían que esperar en los pasillos de los balnearios de hombres".

Ahora la pedicura es algo común en todo el país, Las manos de Lu han tratado los pies de muchas figuras políticas, magnates de los negocios y famosos como el difunto magnate y filántropo Run Run Shaw, la popular estrella Andy Lau y el ejecutivo de Hong Kong Donald Tsang.

Lu creció en una familia de militares y pasó su infancia en la región autónoma Uygur de Xinjiang. En 1988, con 17 años, se mudó a Yangzhou, provincia de Jiangsu.

La pedicura es tan popular en Yangzhou que incluso hay una frase "Los tres cuchillos de Yangzhou" refiriéndose al cuchillo de la cocina Huaiyang, el cuchillo de peluquería que fue elogiado por el emperador Qian Long de la dinastía Qing (1644-1911), y el cuchillo de pedicura para tratar las dolencias de los pies.

"Yangzhou es la ciudad natal de mi padre, y él me habló mucho sobre 'Los tres cuchillos de Yangzhou' cuando vivíamos en Xinjiang", dice Lu. "Tenía curiosidad por ver un cuchillo de pedicura porque en Xinjiang hay cuchillos de cocina y de peluquería, pero no de pedicura".

Cuando Lu vio que Yangzhou estaba buscando a mujeres que se dedicaran a la pedicura, la curiosidad de su infancia le dio el empujón para mudarse de ciudad y aprender el oficio.

Al principio la juzgaron por ser mujer en el oficio. Por aquel entonces, muchas mujeres incluso se avergonzaban de ir a hacerse la pedicura y preferían soportar el dolor en los pies.

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