Por Raúl Menchaca
LA HABANA, 2 sep (Xinhua) -- El polvo que cada verano llega desde el Sahara entorpece la aparición de ciclones en el Océano Atlántico, aunque es dañino para la salud humana, aseveró un estudio del Instituto de Meteorología de Cuba (Insmet).
La investigación del Insmet demostró el efecto inhibidor de ese material sobre la formación de ciclones en el Atlántico tropical, en particular en la zona comprendida entre los 10 y 20 grados de latitud norte y los 20 y 60 grados de longitud oeste.
Según explicó a la prensa local el doctor en Ciencias Físicas, Eugenio Mojena, las nubes de polvo originan una masa de aire muy caliente con valores bajos de humedad y aire seco, que crean un ambiente hostil y entorpecen de forma apreciable el surgimiento y desarrollo de los ciclones tropicales.
Mojena señaló que además se incrementa la cizalladura vertical del viento en la altura, lo que impide que se pueda concentrar la energía para su formación y fortalecimiento de esos fenómenos.
"De ahí que hoy se les empiece a reconocer cada vez más como un fuerte factor modulador de la actividad ciclónica en nuestra área geográfica", subrayó el reconocido experto.
El polvo del desierto debilita y puede llegar a disipar la estructura nubosa asociada a las llamadas Ondas del Este que, procedentes de África, constituyen uno de los organismos meteorológicos más favorables para la aparición de ciclones en su tránsito por aguas del Atlántico hacia el mar Caribe.
A pesar de esos beneficios, los expertos consideran que el polvo del Sahara es altamente nocivo para la salud por contener minerales como hierro, calcio, fósforo, silicio y mercurio, además de virus, bacterias, hongos, ácaros patógenos, estafilococos y contaminantes orgánicos persistentes.
Esas nubes, que pueden alcanzar alturas de tres a siete kilómetros, cuando salen del continente africano avanzan en dirección oeste, bajo el flujo de los vientos alisios, propagándose hasta el Caribe, el sudeste de Estados Unidos, México y Centroamérica.
De acuerdo con Mojena, en el caso particular de Cuba, los meses de junio y julio y la primera quincena de agosto se caracterizaron por una notable presencia de esas nubes en todo el archipiélago.
El especialista afirmó que se observaron en varias ocasiones concentraciones de polvo muy por encima de los valores normales, como sucedió el pasado 15 de junio.
Explicó que aunque de forma general las nubes de polvo comienzan a llegar a Cuba entre marzo y abril, -este año la primera lo hizo el 19 de marzo-, el mayor número de días bajo tal condición atmosférica ocurre en el sexto y el séptimo mes.
El principal rasgo que distingue su acentuada presencia es el predominio de una densa bruma que limita la visibilidad a larga distancia, mientras el cielo se muestra con una tonalidad opaca.
Mojena indicó que la presencia de ese polvo ha convertido al Caribe en un verdadero corredor del asma y otras enfermedades respiratorias, sobre todo en las personas mayores de 65 años y niños con edades hasta cuatro, además de favorecer la aparición de alergias y problemas de la piel.
De igual forma, aseveró, repercute en el declive de las poblaciones de arrecifes coralinos, pues propicia que puedan ser atacadas por un hongo endémico de África transportado por esas nubes.
No menos importante es su contribución a la proliferación de los denominados eventos de marea roja, asociados a grandes floraciones de algas, muchas de ellas tóxicas, y a la aparición de plagas en cultivos de arroz, frijoles, frutales, caña de azúcar y otros.
Unos 90 millones de toneladas de polvo del Sahara llegan cada año al Caribe durante la primavera y el verano, después de un viaje de seis días tras la ocurrencia de una tormenta en el desierto.
Expertos calculan que en las últimas cinco décadas la cantidad de polvo diseminada en la atmósfera creció más de 10 veces.