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La “tarjeta roja” de Trump contra China no es factible

Actualizado a las 16/08/2016 - 14:30
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La “tarjeta roja” de Trump contra China no es factible
La “tarjeta roja” de Trump contra China no es factible

Por Song Guoyou

Beijing,16/08/2016 (El Pueblo en Línea) - No es una sorpresa que China se haya convertido una vez más en uno de los temas claves en la actual campaña presidencial de Estados Unidos. En particular, las cuestiones relativas a las relaciones económicas y comerciales entre China y Estados Unidos serán explotadas por los candidatos, republicano y demócrata, para expresar su postura sobre China y tratar de impresionar a los votantes.

El candidato republicano Donald Trump -que acusa a China de romper las reglas del comercio "en todas las formas imaginables"- aseguró la semana pasada que los principios y la observancia en el comercio con China serán la pieza central de su plan económico.

Por otra parte, la candidata demócrata Hillary Clinton destacó el jueves que iba a ser dura con "China y cualquiera que tratara de tomar ventaja de los trabajadores y las empresas”, dando a entender que impondrá aranceles específicos si se verifica que China rompe las reglas del comercio.

Después de presenciar las elecciones presidenciales estadounidenses de los últimos años, China está más o menos acostumbrada a la forma en que funciona la política de EE. UU y siempre espera la retórica en su contra bajo estas circunstancias.

La política comercial de Estados Unidos hacia China ya está demostrando una fuerte tendencia al proteccionismo. Esto se puede ver en el aumento de casos de “antidumping” en Estados Unidos y las investigaciones antisubvenciones contra los productos chinos, una postura incoherente dentro del estatus de economía de mercado de China y ante las organizaciones comerciales regionales -iniciadas y diseñadas por Estados Unidos para discriminar a los no miembros- entre ellos a China. Las nuevas medidas adicionales de protección comercial que cocina Washington no serían ninguna novedad para China.

En el caso de Trump, que parece ser más audaz al llegar más lejos en su retórica, ya ha amenazado con imponer nuevos aranceles a los productos chinos en numerosas ocasiones durante su campaña electoral. Trump cree que gravar altas tarifas a China impulsará la economía de Estados Unidos y mejorará la competitividad internacional del país. Su postura dura suena grave, pero esta es sólo una de sus estrategias a la hora de sentarse a hacer negocios. Él es bueno apretando el cinturón para obligar a sus clientes a realizar concesiones. Cuando un cliente no se deja engañar por su “relámpago”, sencillamente aceptará llevarse lo que pueda obtener y punto.

Para los EE.UU. no sería factible imponer aranceles adicionales a los productos chinos. Incluso si Trump fuera elegido, el país no es una empresa de Trump ni el gobierno estadounidense sigue el dictado de un solo hombre. La imposición de nuevos aranceles a los productos chinos implica procedimientos legislativos complejos, así como poner de acuerdo a diferentes grupos de poder que tienen intereses muy diversos con respecto al mencionado tema.

Aunque hay algunos estadounidenses que pueden verse afectados en el esquema de comercio con China que actualmente mantiene EE.UU., los que se benefician son mayoría y no apoyarían la decisión de Trump. Además, tanto en EE.UU. como China son miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y las controversias comerciales que surjan deben resolverse dentro de este marco. Si los EE.UU. imponen unilateralmente aranceles adicionales a China, esta acción podría dañar las normativas de la OMC y posiblemente revertir el sistema multilateral de libre comercio mundial que los países de todo el mundo han trabajado tan duro para establecer.

Por otra parte, los ciudadanos de EE.UU. no puede permitirse el lujo de pagar el alto costo de los aranceles adicionales a productos chinos. China ya ha lamentado las existentes restricciones comerciales de Estados Unidos, y sin duda no acepta vincular sus exportaciones a una medida orientada a recaudar impuestos adicionales. También es muy probable que China devuelva el golpe si esta decisión estadounidense se materializa, ya que China tiene medios suficientes para hacerlo dada su actual fortaleza económica. Cualquier magro beneficio de EE.UU. no compensaría cualquier consecuencia económica mayor que se desprenda de esa beligerante actitud.

Más importante aún, la imposición de aranceles adicionales no puede revertir fundamentalmente el enorme déficit comercial que EE.UU. tiene actualmente con China. Los estadounidenses solían creer que la baja tasa de cambio del yuan fue el culpable detrás del déficit comercial de Estados Unidos con China. Pero ahora, ellos saben que la apreciación del yuan no cambia la situación. En la era de la globalización, el déficit comercial de Estados Unidos con China es un reflejo de su déficit comercial con el resto del mundo. Si los EE.UU. no ajusta su propia estructura económica, sus relaciones comerciales con el resto del mundo no van a cambiar y el intercambio entre los EE.UU. y China seguirá siendo el mismo.

La postura de la protección comercial enunciada por los candidatos presidenciales de Estados Unidos indica una tendencia a la introversión económica en la sociedad estadounidense. En una era mediocre y de persistente bajo crecimiento, los políticos estadounidenses parecen más inclinados a hacer un alboroto sobre los desafíos de la globalización para “reorientar” a sus rivales económicos y a todos aquellos que se benefician de las nuevas relaciones mundiales. China entra en ambos campos, y por lo tanto se convierte en un objetivo central.

Lo que es preocupante es que si EE.UU. pretende dar marcha atrás al desarrollo de la globalización, no sólo dañaría sus relaciones económicas y comerciales con China, sino también plantearía problemas graves para la inversión y el comercio mundial. Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos han presentado políticas económicas internacionales que sólo traerán gran incertidumbre para la economía mundial y se convertirán en una nueva fuente de riesgos políticos.

Tales tendencias antiglobales necesitan ser comprendidas y detenidas por la comunidad internacional.

 

El autor es director del Centro para la Diplomacia Económica de la Universidad de Fudan. 

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