Las venideras conversaciones entre palestinos e israelíes, previstas para la tarde del miércoles en Jerusalén, servirán de nueva oportunidad para que los acérrimos rivales durante muchos años depongan las armas e impulsen el estancado proceso de paz en Medio Oriente.
Resulta valiente que ambas partes decidan discutir en la mesa de negociación asuntos clave como el estatus de Jerusalén, la frontera y los refugiados, y se den un plazo de nueve meses para alcanzar un acuerdo.
Estados Unidos, único país en el mundo que ejerce una influencia sustancial sobre ambas partes, debe ser elogiado por sus esfuerzos sinceros y serios para revivir las conversaciones de paz. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha invertido personalmente mucho para relanzar el diálogo.
Nadie espera que palestinos e israelíes alcancen un acuerdo de paz general de la noche a la mañana, pero siempre es una buena noticia cuando tratan de resolver sus diferencias en la mesa de negociación y no en los campos de batalla.
La región de Medio Oriente, históricamente azotada por décadas de conflictos y en la actualidad inmersa en una transición sangrienta y caótica, necesita algo positivo para compartir con el resto del mundo.
Aunque no es miembro del llamado Cuarteto para Medio Oriente, agrupación internacional integrada por EEUU, Rusia, la Unión Europea (UE) y las Naciones Unidas (ONU) que se compromete a ayudar a lograr la paz en la región, China siempre ha mostrado un gran interés en ver a palestinos e israelíes convivir en paz.
Desde hace mucho tiempo, China se ha esforzado por asumir una postura justa hacia los enfrentamientos palestino-israelíes, pues los considera a ambos lados como socios.
Por un lado, Beijing siempre apoya a los palestinos en su derecho al establecimiento de un Estado independiente, con Jerusalén como capital y basado en las fronteras de 1967, el cual también cuenta con soberanía plena.
Por el otro, el gobierno chino también respeta el derecho de Israel a existir, así como sus preocupaciones legítimas por la seguridad.
El hecho de que la visita de tres días realizada a China en mayo pasado por el presidente palestino, Mahmoud Abbas, coincidiera con el viaje de cinco días también al país asiático del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, demostró la confianza que los palestinos e israelíes depositan en Beijing.
El presidente chino, Xi Jinping, expuso detalladamente una propuesta de cuatro puntos sobre el proceso de paz en Medio Oriente durante su reunión con Abbas en mayo, lo cual refleja la voluntad de la nueva dirección china para contribuir a la causa.
En casi siete décadas no se ha podido lograr la paz pese a las numerosas rondas de conversaciones entre palestinos e israelíes. Sin importar cuán improbable pueda parecer para algunos la posibilidad de que el diálogo brinde sus frutos, las potencias del mundo deben dar un nuevo impulso a los esfuerzos de paz, apoyando las negociaciones entre las dos partes.