HAIKOU, 14 ago (Xinhua) -- Huang Youliang murió antes de que se diera a conocer un documental sobre su historia y sin recibir la justicia y las disculpas que esperó durante casi toda su vida.
Mientras el documental "Veintidós" sobre las "mujeres de confort" chinas de la Segunda Guerra Mundial provocaba hoy lágrimas en los cines, Huang, de 90 años de edad, yacía en un ataúd de madera en la sala de estar de su hijo.
Su funeral fue hoy. En la mesa, en la aldea de Yidui, en la provincia sureña china de Hainan, había cuatro tazones y una botella de vino de batata elaborado a nivel local, mientras su familiares y vecinos lloraban y le daban el último adiós.
La vejez se está llevando a las "mujeres de confort", un eufemismo para las niñas y las mujeres obligadas por los japoneses a convertirse en esclavas sexuales en la Segunda Guerra Mundial.
De las 22 mujeres del documental, 14 han muerto desde 2014. En toda la parte continental china, sólo 14 siguen con vida, indicó el Centro de Investigación sobre las Mujeres de Confort de la Universidad Normal de Shanghai.
Una semana antes de la muerte de Huang, reporteros de Xinhua la visitaron en su casa para registrar esta dolorosa y nunca olvidada historia de la época de la guerra.
CICATRICES DE GUERRA IMBORRABLES
Huang vivía en una casa pequeña. Entre sus posesiones estaban una mesa de madera, tres cuencos de plástico, un tazón, un par de palillos chinos y una silla de ruedas cubierta de polvo. Con menos de 40 kilos, la mujer ya no podía levantarse de la cama.
Un gatito de tres meses que le regaló su vecino parecía ser el único signo de vida en su habitación.
"Estoy vieja y estoy esperando la muerte. La muerte es inevitable", dijo.
Los estragos de la Segunda Guerra Mundial se extendieron por todo el planeta. Aunque la guerra terminó hace más de 70 años, sus fantasmas siguen presentes para algunas de sus víctimas más viejas y casi olvidadas.
Cuando las tropas japonesas invadieron el pueblo natal de Huang en Hainan en 1941, la joven, en ese entonces de 15 años, cosechaba arroz. Los soldados la persiguieron hasta su casa en donde la violaron.
Todos los días regresaban a su casa. La asustada joven se escondió en la casa de un vecino, pero cuando los soldados golpearon y amenazaron a sus padres, Huang no tuvo más remedio que salir de su escondite.
Su pesadilla no terminó ahí. Más tarde fue llevada a un burdel en donde la forzaron a convertirse en esclava sexual de los soldados japoneses durante dos años. Muchas mujeres en sus mismas circunstancias murieron por causa de enfermedades, abusos o suicidio.
Un aldeano mintió a los soldados japoneses a quienes dijo que el padre de Huang había muerto por lo que solicitó que le permitieran asistir al funeral. La familia de Huang creó dos tumbas falsas y dijo que la joven se había suicidado. Todos escaparon y no se atrevieron a regresar hasta el fin de la guerra.
Ser forzada a convertirse en mujer de confort era una vergüenza indecible para muchas mujeres. Huang se casó con un paciente leproso que sabía de su pasado, pero no fue un matrimonio feliz.
HISTORIA NO OLVIDADA
Cerca de 400.000 mujeres de toda Asia fueron forzadas a convertirse en mujeres de confort por parte del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial y cerca de la mitad eran chinas, indicó el Centro de Investigación sobre las Mujeres de Confort.
Su Zhilang, director del centro, dijo que además de los repetidos ataques sexuales, las mujeres eran también obligadas a realizar trabajos físicos.
Las tragedias sufridas por las mujeres de confort son algunos de los peores crímenes cometidos por los militares japoneses, dijo Su. "Fueron crímenes odiosos que rara vez se han visto en la historia humana".
A 70 años de distancia, las mujeres no han recibido ni una sola palabra de disculpa del gobierno japonés por la violación masiva a sus derechos humanos.
Un total de 24 mujeres de confort chinas, entre ellas Huang, han intentado demandar al gobierno japonés en cuatro casos desde 1995, pero han fracasado.
El tiempo está degradando los recordatorios visibles de estas atrocidades. En una "estación de confort", una de las dos habitaciones se ha derrumbado y los muros de otra han sido dañados. Una grieta de tres metros se puede ver desde la base del muro hasta el segundo piso.
A más de 20 kilómetros de distancia de esta estación de confort, Huang fue sepultada en una área abierta cerca de su casa. Pero su dolorosa historia no desaparecerá con ella.