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Cómo combatir la resistencia a los antimicrobianos en todo el mundo

Pueblo en Línea  2017:07:31.16:13

Por Jorg Reinhardt

Cómo combatir la resistencia a los antimicrobianos en todo el mundo

Beijing, 31/07/2017 (El Pueblo en Línea) - Hace tres semanas, los líderes del G20 se comprometieron en trabajar juntos para enfrentar una de las amenazas más apremiantes y desconcertantes que acecha al planeta: la resistencia antimicrobiana, un adversario feroz y en evolución contra el cual las armas terapéuticas convencionales no funcionan.

La amenaza es objetiva: las bacterias y otros microbios se están volviendo resistentes a los medicamentos disponibles mucho más rápido que la producción de nuevos medicamentos que los mantengan a raya. Cada año, los microbios resistentes a los fármacos le quitan la vida a unas 700.000 personas, lo que representa más de tres veces el número anual de víctimas fatales en conflictos armados.

El año pasado, un panel especializado, coordinado por el gobierno británico, predijo que 10 millones más de personas morirán de microbios resistentes a los fármacos cada año hasta el 2050. AMR ahora plantea un claro peligro para todas las personas en el planeta. A menos que lo confrontemos de frente, podríamos volver a un mundo en el que es común que las personas mueran a causa de infecciones básicas.

Más allá del alto costo en vidas humanas, la resistencia antimicrobiana podría devastar las economías del mundo. Sólo en Europa, los costes sanitarios anuales y las pérdidas de productividad asociadas a este particular ya alcanzan los 1.500 millones de euros.

Por su parte, el G20 ha dado un importante paso adelante: cada país del G20 ha prometido comenzar a poner en marcha planes nacionales para luchar en firme contra la resistencia antimicrobiana y hacer más para promover nuevos tratamientos contra los microbios resistentes. Para ello, los líderes del G20 piden consolidar un "centro internacional para la colaboración en investigación y desarrollo" y "maximizar el impacto de las iniciativas de investigación básicas y clínicas anti-microbianas existentes y novedosas". También han prometido explorar cómo los incentivos del mercado pueden ser utilizados para fomentar las nuevas investigaciones contra la resistencia antimicrobiana.

Más allá del G20, surgen asociaciones público-privadas innovadoras con la intención de ofrecer nuevos tratamientos contra los resistentes microbios a los medicamentos. La tuberculosis es un ejemplo. Incluso,hasta algunos gobiernos ya han comenzado a ocupar espacios críticos a favor de la respuesta global contra la resistencia antimicrobiana, recopilando datos sobre la propagación de cepas resistentes de E. coli, salmonella y otros patógenos comunes.

Debido a que no se espera que los nuevos tratamientos para los microbios resistentes a múltiples fármacos generen mucho retorno de la inversión, es obligación de los gobiernos lograr que la investigación y el desarrollo en este campo sean también atractivos para las empresas privadas.

También deben asegurarse de que los nuevos medicamentos no sean utilizados en exceso.

Además, se necesitan más colaboraciones de amplio presupuesto entre los gobiernos y las instituciones privadas. Cuando las instituciones privadas participen en estos esfuerzos de colaboración, tienen que estar preparados para trabajar fuera de las fronteras tradicionales del mercado, aceptar los retos asociados a los proyectos públicos complejos y estar dispuestos a poner sus habilidades, ideas y experiencia con sinceridad sobre la mesa de soluciones.

Ahora le corresponde a los líderes políticos cumplir sus compromisos.

Para la batalla contra la resistencia antimicrobiana podemos aprender algunas valiosas lecciones de otros esfuerzos mundiales. La malaria, causada por un parásito transmitido por más de 100 especies de mosquitos Anopheles, es una de las principales causas de muerte en muchas partes del mundo.Sin embargo, el número de víctimas mortales se ha reducido a la mitad en los últimos 15 años gracias a la alta prioridad concedida a la lucha contra esta enfermedad por parte de muchos gobiernos e instituciones privadas, hombro con hombro.

Sin embargo, el parásito que causa la malaria se está volviendo resistente a la artemisinina, la cual constituye la base para eficaz para el tratamiento. Hace poco más de una década, la resistencia a la artemisinina surgió en Cambodia. Desde entonces se ha extendido hacia Tailandia, Laos, Vietnam, Myanmar y China. Ahora se acerca a la India. Los expertos temen que finalmente logre llegar a África. Según un estudio reciente, si se permite la propagación de la resistencia a la artemisinina, el paludismo volverá a matará al menos a 116.000 personas cada año.

A menos que aparezcan nuevos tratamientos disponibles, el tremendo progreso que el mundo ha hecho contra la malaria tendrá corta duración. Afortunadamente, los que se dedican a la respuesta global a la malaria reconocen que, al igual que los parásitos se están adaptando a nuevas situaciones, también debemos hacerlo nosotros. Actualmente se están realizando nuevos esfuerzos para identificar y minimizar la propagación de la malaria que resiste, y al mismo tiempo desarrollar nuevos tratamientos que no estén basados en la artemisinina.

Por ejemplo, la Iniciativa Regional de Resistencia a la Artemisina trabaja para detener la propagación de la malaria que resiste en la región del delta del Mekong, mediante la vigilancia y el intercambio de datos sobre la resistencia a los medicamentos y la promoción del uso adecuado de los tratamientos antimaláricos. Hasta ahora, la iniciativa ha conseguido 128,65 millones de dólares a través del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, financiado principalmente por gobiernos.

Además, Novartis y Medicines for Malaria Venture (con el apoyo de la Fundación Bill & Melinda Gates) comenzarán en breve un nuevo ensayo clínico para probar la KAF156, una molécula que podría ser la base de un nuevo tratamiento contra la resistencia de la malaria a la artemisinina. 

(Web editor: Elena G., Rosa Liu)

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