(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Al margen de los buenos datos que viene registrando la economía china en la recta final de 2012 y que apuntan a que habría conseguido frenar la ralentización de meses previos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) rebajó en ocho décimas su pronóstico de crecimiento del país para 2013, un año en el que estima una progresión del PIB del 8,5 por ciento.
La crisis por la que aún atraviesa la zona euro, principal destino de las exportaciones chinas, podría afectar las ventas al exterior de los productores chinos, de ahí que el organismo que preside el mexicano José Ángel Gurría no mantenga en su más reciente informe la predicción hecha en mayo pasado, cuando afirmó que China crecería un 9,3 por ciento el próximo año.
Aunque reconoce la favorable evolución del sector inmobiliario y de las inversiones en infraestructuras y que el país está saliendo de su peor desaceleración en tres años, la OCDE cree que “la economía tendrá que enfrentar todavía vientos externos adversos” y “el crecimiento de las exportaciones seguirá presionado”.
Las valoraciones de los expertos del organismo, que consideran que China crecerá finalmente este año un 7,5 por ciento, contrastan con las del Instituto de Investigación Económica (IIE), de la Universidad del Pueblo de China. Teniendo en cuenta el incremento del consumo doméstico y la inversión en infraestructuras de meses recientes, este último afirma que el PIB se incrementará en 2012 un 8por ciento.
El crecimiento de las exportaciones, añade la OCDE, no excederá el 9 por ciento en los próximos 2 años, una fuerte desaceleración desde la década pasada, cuando el aumento anual promedió alrededor de un 22 por ciento.
Si la crisis en la zona euro -el mayor comprador de las exportaciones chinas- empeora, el crecimiento del PIB de China probablemente se reduciría en 0,6 puntos porcentuales en el 2013 y 1.3 puntos porcentuales en el 2014, agregó.
La OCDE dijo que el escenario que diseñó para un deterioro de las crisis de la zona euro supone una caída del 40 por ciento en los precios del mercado accionario y un aumento de 300 puntos básicos en el rendimiento a largo plazo de la deuda pública en los países con mayores problemas de la región.