Las cicatrices de la guerra siguen vivas todavía para un veterano argentino que luchó en 1982 contra el Reino Unido por este archipiélago, y visitar el cementerio de sus camaradas caídos supone una forma de curarlas.
"Somos la voz de los que ya no están. Nuestro deseo y nuestra obligación es recordarlos, rendirles tributos y honores", dijo a Xinhua Gustavo Giménez, quien fue llamado a la guerra cuando tenía 19 años y le faltaban dos meses para terminar con el servicio militar obligatorio.
La entrevista con Giménez se efectuó en el cementerio argentino de Darwin, ubicado a casi dos horas de Puerto Argentino (Puerto Stanley), acompañado por su madre, Ramona del Valle Zurita, y por Eduardo Mirabetto, otro veterano que estuvo en un barco de guerra pero que no llegó a tomar parte en los enfrentamientos.
Ambos pertenecen al Centro de Ex Combatientes de Ituzaingó, una ciudad ubicada en la periferia oeste de Buenos Aires.
Giménez, Mirabetto y del Valle Zurita llegaron a las Malvinas el sábado anterior.
"El gobierno argentino no debe olvidarse de nosotros", subrayó Giménez, quien se hospeda en el Hotel Malvina House, ubicado a pocas cuadras de donde hace casi 31 años peleó por su país y por su vida.
GIménez integró el regimiento de Infantería 3, mientras que Mirabetto estuvo en el buque destructor ARA Seguí.
"Para mí siempre es especial venir. Esta es la tercera vez, pero ahora es especial, porque vine con mi madre", señaló emocionado el veterano de guerra del regimiento de Infantería 3.
La mujer lo acompaña en silencio y, de vez en cuando, le toma fotos. El viento frío sopla, constante.
El conflicto bélico entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía de las islas Malvinas se extendió del 2 de abril al 14 de junio de 1982.
"Yo estuve acá del 14 de abril al 19 de junio. El Canberra nos llevó tras el fin de la lucha y nos depositó en Puerto Madryn. Desde allí, en la noche, nos trasladaron a Buenos Aires, pero sólo pudimos ver a nuestras familias tres días después", recordó.
Los 74 días de combates cobraron la vida de 907 personas, 649 soldados argentinos, 255 militares británicos y tres isleños.
"Muchos de mis compañeros y amigos están acá. No puedo dejar de pensar en un piloto cuya muerte observé prácticamente en directo. Pasó por arriba de Puerto Argentino en su Mirage y fue derribado por fuego amigo. Luego supe que se llamaba Gustavo García Cuerva", relató Giménez.
Cuando se le pregunta si tuvo sentido la guerra, admite que fue "inútil", pero advierte que ello no impide "rendir homenaje a los muertos.Recuerdo que en 2010, la primera vez que estuve acá, junto a otros ex combatientes, pasaron cerca de nosotros dos aviones de la base militar británica, hicieron zigzag a modo de saludo, y siguieron".
A unos metros, el ex cabo Mirabetto coloca recuerdos en algunas de las 230 cruces del cementerio. Tras hacerlo, hace el saludo militar delante de la tumba, en señal de respeto ante el camarada caído.
Para costear el viaje, los veteranos de guerra del Centro de Ex Combatientes de Ituzaingó realizan colectas y rifas y luego sortean entre sus miembros dos viajes a las islas, uno para un conscripto y un suboficial, que este año correspondieron a Giménez y Mirabetto, respectivamente.