La ciudad de Sao Paulo, la mayor urbe de Brasil, registró una madrugada violenta, la segunda consecutiva, que arrojó un saldo de 10 personas asesinadas, pese a las medidas que anunciaron el gobierno regional y el federal para combatir a las bandas criminales.
La Policía Militarizada confirmó hoy la muerte de diez personas en las últimas 12 horas como consecuencia de enfrentamientos armados en distintos puntos de Sao Paulo y su área metropolitana.
Entre los casos de personas abatidas, figura uno registrado en el barrio de Jardins cuando dos hombres intentaron atracar una gasolinera.
La policía fue alertada y al llegar al lugar de los hechos, sobrevino un tiroteo en el que uno de los agresores resultó herido y falleció más tarde en un hospital cercano al que fue trasladado.
En Cotia, en el cinturón metropolitano de Sao Paulo, un tiroteo entre policías, guardias civiles y un grupo acusado de intentar asaltar un supermercado dejó dos sospechosos criminales muertos y un uniformado herido.
En la ciudad de Diadema, la policía sorprendió a dos hombres que intentaban robar un coche y en un intercambio de tiros, uno de ellos falleció.
En la zona este, otras dos personas murieron en tiroteos con la policía, mientras que en otras partes de la región metropolitana se encontraron los cadáveres de cuatro personas, todas ellas blanco de disparos por armas de fuego. La nueva noche de violencia en Sao Paulo se registra después de que el gobierno brasileño y las autoridades regionales anunciaron un plan conjunto para frenar el crimen que sacude la región.
Parte del plan incluye la creación de un centro integrado de inteligencia que coordinará el trabajo de las fuerzas de seguridad regionales y federales.
Entre enero y septiembre la violencia provocó la muerte de 982 civiles en el estado de Sao Paulo, donde residen más de 40 millones de personas, además de cobrarse la vida de 90 policías, la mayoría fuera de servicio.
Las autoridades culpan al aumento de la violencia a la banda criminal Primer Comando de la Capital (PCC), la principal organización criminal de Sao Paulo, que es dirigida desde las prisiones, lo que ha llevado a las autoridades a decretar la transferencia de varios de sus líderes a prisiones federales de máxima seguridad.
Sin embargo, varias organizaciones no gubernamentales atribuyen la ola de violencia a una "guerra" entre las bandas criminales y grupos paramilitares integrados en su mayoría por policías.
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