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Campesinos transforman arena y roca en arte y riqueza

Actualizado a las 23/04/2018 - 08:28
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YINCHUAN, 22 abr (Xinhua) - La piedra y la arena que han sobrevivido a miles de años de viento y lluvias en el noroeste de China, poco a poco están dejando de ser simple paisaje y convirtiéndose en materia prima para que los lugareños saquen a relucir sus dotes artísticas, y, de paso, dejen atrás la pobreza.

Li Huixia, una campesina de 41 años, "pinta" peonías en un tablero de dibujo en un estudio de la ciudad de Zhongwei, en el extremo sur del desierto de Tengger.

Ella crea las cabezas de las peonías juntando y pegando en el tablero pedazos de piedras rojas y rosadas. Las hojas las hace de piedra verde y tallos de ramas de albaricoquero.

A diferencia de los pintores tradicionales, que dibujan con pinturas acrílicas o acuarelas, las materias primas de Li provienen del desierto y de las orillas del río Amarillo, el segundo más largo de China, cerca de su casa, en la región autónoma de la etnia hui de Ningxia.

"Me gusta pintar desde que era niña", dice Li, y agrega: "El collage de piedra me permite hacer realidad mi sueño".

"Las piedras de colores son obras de arte de la naturaleza. Lo que hacemos nosotros es crear obras maestras basadas en su forma y color naturales para mostrar la cultura local", explica, a su vez, Duan Wei, director de la Compañía de Difusión Cultural Weiyuansu de Ningxia, y propietario del estudio.

Además de la técnica del collage de piedra, el estudio también enseña a los labriegos locales a crear obras de arte con arena, otro recurso natural abundante en esta ciudad desértica.

"Aparte de la arena del desierto, tenemos arenas minerales de casi 40 colores diferentes, como arena ferrosa rojiza y arena cobriza verde", dice Yan Hengxiang, un experimentado pintor y calígrafo que enseña a hacer artesanías en piedra y arena en el estudio.

Los agricultores generalmente usan piedra para dibujar delicias locales como bayas de Goji y melones, y también escenas de la vida local, mientras que la arena la usan para crear paisajes que incluyen desiertos, montañas y ríos.

Dependiendo de su tamaño y complejidad, cada obra puede venderse desde 500 yuanes (80 dólares) hasta 36.000 yuanes en lugares turísticos de la zona o en tiendas de caligrafía y pintura de las grandes ciudades.

Sin embargo, en un comienzo no fue fácil convencer a los compradores. Muchos de ellos dudaban de su autenticidad, ya que las pinturas eran demasiado reales para creerlas. Algunos escépticos pensaban que eran teñidas.

Con el fin de dar una experiencia visual directa, la compañía de Duan retira los marcos de vidrio de varios de los collages en su sala de exhibición para permitir que los visitantes los toquen.

También realiza experimentos para convencer a la gente de que su trabajo es natural, por ejemplo poner arena de color en un recipiente con agua para ver si se "destiñe" o no.

A Duan le encanta innovar. Ha convertido muchos collages de arena en obras de arte a prueba de agua a través de un tratamiento especial.

"La gente puede usar un paño húmedo para limpiar estas piezas si encuentra que están sucias", dijo Liu Peng, director de mercadeo de la compañía.

Últimamente, los collages de piedra y arena se han vuelto muy populares.

Desde que Duan fundó la empresa, en julio de 2016, ha registrado ventas por cerca de 5 millones de yuanes, y el 70 por ciento de los productos va para mercados de arte en ciudades como Beijing, Shanghai y Xiamen.

No obstante, satisfacer la demanda no es fácil, debido a que no hay suficientes artistas. Yan considera que la dificultad para entrenar a los campesinos es la tarea más difícil. En la actualidad, la firma solo cuenta con cuatro pintores de arena y ocho pintores de piedra.

"Los agricultores comienzan desde cero. Y ser un artista requiere de talento e inspiración", sostiene Yan. "Además", agrega, "es difícil contratar artesanos experimentados, debido a la lejanía de nuestro estudio y a los bajos salarios".

Las mujeres del campo, como Li, que aman la pintura y se contentan con un sueldo mensual de 2.000 yuanes, son su mejor opción.

Después de seis meses de aprendizaje, Li presentó a Yan su primer collage de peonías de piedra, pero no cumplió con las expectativas del maestro. Ella no se dio por vencida, y a primera hora del día siguiente llegó al estudio para pulir su trabajo.

"Este oficio necesita de imaginación. Cuandoquiera y dondequiera que uno vea un trozo de piedra, debe pensar para qué se podría usar", explica la campesina convertida en artista. "Me voy a esforzar con todo para que mis collages de piedra lleguen a más hogares y los embellezcan".

Duan y Yan tienen una ambición más grande. Esperan trabajar con las atracciones turísticas locales o las autoridades culturales para abrir talleres en los que tanto los turistas como los lugareños, en particular los niños, puedan crear sus propias obras de arte.

"De esta manera, ellos podrán conocer y entender mucho mejor nuestra tierra", dice Duan.  

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