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COMENTARIO: Culpar a Beijing no va a ayudar a la imagen de Washington en América Latina

Actualizado a las 03/02/2018 - 10:33
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WASHINGTON, 2 feb (Xinhua) -- En los últimos días, parece que la Administración Trump ha aumentado su munición contra China en el contexto de la narrativa de su política exterior.

Antes de su visita a cinco países de América Latina, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, acusó el jueves a Beijing de "utilizar su poder para atraer a la región a su órbita".

Difamar a China no ayudará a cambiar la mala imagen de EEUU en América Latina, o a conseguir que los países de la región no busquen la cooperación en otros lugares para impulsar su crecimiento económico.

Durante el último año, la Administración Trump ha provocado indignación en la región endureciendo sus reglas de inmigración, construyendo un muro para desalentar los flujos de población e intentando ajustar los acuerdos comerciales a su favor.

Parece que a Washington le falta el interés básico para mejorar el desarrollo en la zona más allá de tomarla como su patio trasero y considerarla un hervidero de narcotraficantes y migrantes ilegales.

La cooperación de China con los países de la región está construida sobre el beneficio y el respeto mutuos. El éxito de la recién concluida segunda Reunión Ministerial del Foro de China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños es buen ejemplo de ello.

La reunión, celebrada en la capital chilena de Santiago, aprobó tres documentos clave: la Declaración de Santiago, un plan de acción conjunta y una declaración especial sobre la iniciativa de la Franja y la Ruta. Todos ellos han recibido buena acogida en los países de la región.

Para las naciones locales, la iniciativa propuesta por China puede ayudarles a promover mejor la conectividad y los proyectos de infraestructura, y establecer una base sólida para mejorar el desarrollo futuro.

La Administración Trump necesita entender que usar a China de cabeza de turco para compensar la pérdida de su carisma en la región, una maniobra política barata, no va a ayudar a Washington a recuperar su influencia en América Latina.

De hecho, insulta a la autonomía de los países latinoamericanos de decidir su propio camino de desarrollo, y perjudica las perspectivas de cooperación China-EEUU para mejorar la economía regional de manera conjunta.

Por el momento, en vez de malgastar el tiempo culpando a China, sería buena idea para Washington reducir la retórica hostil, revisar su política exterior y acabar con su pensamiento de patio trasero.

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