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Sequía deja de ser una pesadilla para Cuba

Actualizado a las 17/01/2018 - 10:07
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LA HABANA, 16 ene (Xinhua) -- Las lluvias registradas en Cuba durante 2017 resultaron en extremo beneficiosas para toda la isla, al punto de poner fin a dos años de una sequía severa que calificó como la más grave de los últimos 115 años.

De acuerdo con un informe del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), el promedio nacional de precipitaciones el pasado año fue de 1.527 milímetros, equivalente al 114 por ciento del valor histórico anual.

En las tres regiones del país caribeño (occidente, centro y oriente) llovió por encima de los valores habituales, con acumulados que superaron las medias históricas en 143 de los 168 municipios, y en ninguno resultaron inferiores al 50 por ciento, precisó el reporte.

Gracias al favorable comportamiento de las precipitaciones, el volumen de agua en los 242 embalses de la ínsula ascendió a 7.532 millones de metros cúbicos, que representa el 83 por ciento de la capacidad total.

En este indicador mucho tuvieron que ver las lluvias asociadas al huracán Irma, el más poderoso de la historia en el Atlántico y el Caribe, que azotó a la isla de oriente a occidente en septiembre último.

Hasta la llegada del devastador fenómeno atmosférico, que dejó 10 muertos y cuantiosos daños en viviendas, servicios básicos y agricultura, los embalses se encontraban a solo el 38 por ciento de su capacidad.

A esta positiva situación se suman las fuentes de agua subterránea, pues los 15 acuíferos de categoría 1 vinculados al abasto de agua a las principales ciudades y polos turísticos del país se encuentran en estado normal.

Este panorama favorable contrasta con el que presentaba la mayor de las Antillas hace menos de un año, cuando el 71 por ciento del territorio nacional --141 municipios-- sufría escasez de agua.

La crítica situación obligó a las autoridades a buscar soluciones urgentes como el funcionamiento de plantas desalinizadoras y potabilizadoras, y la perforación de pozos para extraer el líquido.

Entre los más afectados figuraron alrededor de un millón de personas, la mayoría residentes en la zona oriental, que sufrieron afectaciones en el suministro directo del agua potable y comenzaron a recibir el vital líquido mediante "pipas" (camiones-cisterna).

Hubo lugares como Santiago de Cuba, la segunda ciudad mayor poblada del país con más de un millón de habitantes, donde las autoridades se vieron obligadas a regular el abasto de agua a la población en ciclos de entrega de entre seis a 16 días.

La sequía es un fenómeno cíclico en la mayor de las Antillas, donde también se hizo sentir de manera aguda en 2005, cuando el volumen de agua embalsada disminuyó hasta un 26,7 por ciento, lo que obligó a distribuir agua con "pipas" a unos 2,6 millones de personas y las pérdidas en general --incluidas en la agricultura-ascendieron a unos 1.350 millones de dólares.

En Cuba el 60 por ciento del agua se emplea en labores agrícolas, el 20 por ciento para el consumo de la población, el cinco por ciento para uso industrial y el resto en otras actividades económicas.

Especialistas locales sostienen que las intensas sequías forman parte de los efectos del cambio climático que sufre la isla, junto con el aumento de las temperaturas y la elevación del nivel del mar en zonas costeras, entre otras consecuencias.

También alertaron, hace casi una década, que el país tiene que prepararse para un clima más cálido y difícil, donde el comportamiento de las lluvias quizá no sea el más favorable, y se produzcan períodos extremos, ya sea de sequía, con altas temperaturas, o temporadas ciclónicas muy activas.

Ante esos pronósticos devenidos realidades, la lógica indica la necesidad de mantener un estricto control en el ahorro y uso eficiente del agua que se consume, toda vez que la actual situación de bonanza no será permanente y los fenómenos de sequía en Cuba muestran un aumento de frecuencia e intensidad.

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