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Naciones Unidas ayuda a combatir sequía en Cuba

Actualizado a las 16/04/2017 - 16:03
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Por Raúl Menchaca

LA HABANA, 15 abr (Xinhua) -- La vegetación tiene un color amarillo terroso en el oriente de Cuba, donde el verde intenso es cada vez más escaso como consecuencia de una sequía que parece no tener fin y que, entre otras consecuencias, afecta a la producción agrícola.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), una entidad de Naciones Unidas, considera que para el 2080, Cuba puede estar entre los territorios bajo amenaza de inseguridad alimentaria debido a las modificaciones del clima, por eso en la isla el gobierno aplica varias iniciativas que buscan reducir los efectos de ese fenómeno.

La agricultura cubana consume el 60 por ciento del agua potable y según expertos muchos de los sistemas empleados hoy, como el riego por aspersión o por inundación en los campos de arroz, provocan pérdidas significativas del líquido, sin contribuir a la producción.

Para mitigar el impacto de la falta de agua sobre la seguridad alimentaria, desde mediados de 2015 se aplica un programa en 20 municipios del oriente de la isla impulsado por el PMA con la colaboración del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Esa alternativa involucra a más de un centenar de especialistas de entidades gubernamentales de los sectores agrícola, medioambiental, recursos hidráulicos, meteorología y Defensa civil.

La representante del PMA en la isla, Laura Melo, dijo a la prensa local que se busca fortalecer las capacidades de respuesta ante la sequía, diseñar un sistema para su vigilancia integral y estudiar las vulnerabilidades individuales de los productores.

También se pretende gestionar de una manera más eficiente la información y la comunicación para la alerta temprana.

De acuerdo con Melo, si bien Cuba cuenta con un sistema de respuesta ante desastres súbitos reconocido entre los mejores de la región, el manejo del tema de la sequía, aunque prioritario para el Estado, resulta más complejo.

"No existe, como en el caso de los huracanes, el mismo tipo de coordinación, ni de protocolo para saber, por ejemplo, en qué etapa se empieza a considerar que se está en presencia de una sequía, y qué acciones y medidas se deben tomar", apuntó.

Melo consideró que "tampoco hay una articulación entre los diferentes actores que deben dialogar para que la comunicación fluya entre los que producen alimentos y los que están monitoreando".

En los últimos 15 años, Cuba perdió casi 30.000 millones de dólares como consecuencia de los impactos de huracanes y sequías, sobre todo, en el sector agroalimentario.

En ese sentido, la representante del PMA recordó que, aunque ante la sequía la prioridad siempre es el consumo humano, se deben tomar medidas eficientes para poder reducir las necesidades de abastecimiento, así como aplicar una agricultura más inteligente para reducir las pérdidas del líquido.

"Por Cuba ser una isla, le afecta mucho la infiltración de agua de mar en los suelos, lo que afecta la producción agrícola. Asimismo, el cambio climático tiene un impacto también en las plagas, que pueden afectar las cosechas. Es por ello que es muy necesario poder tomar medidas integrales para manejar la sequía", explicó.

Después de casi dos años de trabajo, el proyecto ya ha comenzado a dar sus primeros pasos, pues los especialistas han definido indicadores para el monitoreo de la sequía y posibles medidas a poner en práctica, asuntos que están siendo verificados para verificar si funcionan y si dejan beneficios.

Entre esas acciones están la aplicación de una agricultura de conservación mucho más resistente a la sequía, sistemas de riego con bajo consumo de agua, entrenamientos para la utilización de menos agua en la cosecha, así como el empleo de semillas y prácticas que fortalezcan la resistencia ante la falta de agua.

Además de la alerta temprana, en el oriente cubano los Grupos de evaluación de riesgo ofrecen a productores y autoridades un estudio más detallado de las vulnerabilidades que tiene un campesino en cuanto a la tierra y la disponibilidad de agua, para que puedan trabajar antes de que venga una sequía.

El sistema aplicado en Cuba es considerado por Melo como un modelo interesante para otras naciones que sufren circunstancias similares.

"Ya estamos llevando las experiencias de Cuba a Haití y República Dominicana. La idea es que, si funciona bien, podamos compartir la experiencia con otros países y regiones", aseguró la funcionaria de Naciones Unidas.

Desde hace varios años, Cuba sufre una severa sequía que ha provocado la escasez de los recursos hídricos en la isla, cuyos 242 embalses en la actualidad sólo acumulan un 38 por ciento de la capacidad total.  

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