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Ilusión histórica de Japón desprecia justicia internacional, afirma periódico chino

Actualizado a las 12/02/2014 - 08:34
BEIJING, 11 feb (Xinhua) -- El Diario del Pueblo, el periódico oficial del Partido Comunista de China, publicó hoy martes un editorial titulado "La esencia de crear una ilusión histórica reside en despreciar la justicia internacional". A continuación, se publica el artículo completo:
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BEIJING, 11 feb (Xinhua) -- El Diario del Pueblo, el periódico oficial del Partido Comunista de China, publicó hoy martes un editorial titulado "La esencia de crear una ilusión histórica reside en despreciar la justicia internacional". A continuación, se publica el artículo completo:

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha sido fuertemente criticado por la comunidad internacional debido a sus palabras y comportamientos erróneos. Sin embargo, Abe aún continúa incorregiblemente obstinado, diciendo cosas absurdas y repitiendo sus errores.

Recientemente, Abe aprovechó varias ocasiones para defender su visita al santuario Yasukuni, donde se honra a 14 criminales de guerra de clase A. Abe no escatimó esfuerzos para sustituir furtivamente conceptos que son pura invención e interpretación forzada. El más ridículo fue cuando, durante una entrevista en Davos, Suiza, Abe comparó las relaciones sino-japonesas con los lazos británico-alemanas en la víspera de la I Guerra Mundial. La intriga de fabricar ilusiones históricas tiene la intención de distraer la atención de la comunidad internacional y confundir lo correcto con lo erróneo.

Sus fieles seguidores también se afanan. Algunos han negado la Masacre de Nanjing, expresando dudas sobre el juicio justo contra los militaristas japoneses por parte la comunidad internacional. También hay gente que ha apoyado la teoría de que la constitución pacífica de Japón es inválida, tratando de romper el orden internacional que salvaguarda la paz tras la victoria de la guerra mundial antifascista. Otros han estado ocupados revisando los estándares para la aprobación de los libros de texto, pidiendo a las editoriales que describan la historia de la invasión japonesa con términos ambiguos y reclamando las islas Diaoyu, que han pertenecido a China desde tiempos antiguos, como "una parte integral de Japón". También hay otros que han tratado de negar los hechos de las "mujeres consoladoras", un crimen con evidencias irrefutables.

Uno no debe ser ambiguo sobre las grandes cuestiones de principios. Los pésimos actos de los políticos del ala derecha de Japón son como las actuaciones de los payasos que tienen lugar ocasionalmente en el gran escenario de historia.

Sin embargo, la gente debe adoptar una actitud más vigilante hacia ellos, ya que están tratando de falsificar la historia, desafiando la conciencia humana y enfrentándose a la justicia. Una cuestión que es muy peligrosa.

Abe se equivoca, pero, como un hambriento no puede ser exigente con la comida, trató de fundamentar su teoría en la historia previa a la Primera Guerra Mundial. Su llamada fundación es puramente infundada y no tiene ninguna relación, lo que ha revelado su intención oculta.

La gente con un conocimiento básico de la historia sabe que las relaciones británico-alemanas de antes de la I Guerra Mundial fueron una competición entre dos países imperialistas por las colonias de ultramar. China, sin embargo, es un país que ha sufrido el saqueo, la intimidación y la división impuestos por las potencias, y es un país que se concentra en el mantenimiento de la paz y el desarrollo tras su independencia.

China ha prometido que nunca buscará la hegemonía y ha sido reconocida ampliamente como una nación que defiende la paz, el desarrollo, la cooperación y las situaciones de beneficio mutuo.

No importa cómo se mire, China no tiene ninguna semejanza con ningún país imperialista. Comparar a China con la Alemania de antes de la I Guerra Mundial tiene como objetivo encubrir las acciones incorrectas de los políticos del ala derechista de Japón para desviarse del camino pacífico. El intento de Japón de crear ideas falsas sobre la historia fue un desafío a la justicia internacional.

La completa distorsión de Abe de la verdad, y la calumnia obvia a China con el uso de una lógica mafiosa, es una prueba de la negativa de Japón a reconocer su depravada historia de agresión imperialista, expansión y dominación colonial, situándola de nuevo bajo el escrutinio de la comunidad internacional:

-- En 1894, Japón lanzó la Primera Guerra sino-japonesa;

-- En 1910, Japón se anexionó a viva fuerza la Península Coreana;

-- En 1931, Japón invadió y ocupó el noreste de China;

-- En 1937, Japón lanzó una guerra general contra China;

-- En 1941, Japón provocó la Guerra del Pacífico;

Frente a un listado manchado de sangre con los crímenes de agresión, como los diabólicos experimentos bioquímicos realizados en seres humanos por la Unidad 731 de las Fuerzas Imperiales Japonesas, el reclutamiento coactivo de las "mujeres de consuelo" y las horribles masacres cometidas por las fuerzas niponas, entre otros, el gobierno japonés decidió hacer la vista gorda con la historia, rendir culto a los criminales de guerra y recurrir a la argucia para ocultar su pasado. Estas acciones servirán para alejar a Japón de la justicia internacional.

En realidad, la falacia nunca se convertirá en verdad. La visita de Abe al Santuario Yasukuni también hirió los sentimientos del pueblo estadounidense. Muchos norteamericanos señalaron que la llamada lógica del Santuario Yasukuni, en la que un Japón industrializado liberó la Asia subdesarrollada y por lo que el pueblo asiático debe estar agradecido, es una flagrante negación del orden internacional de posguerra y de la base legal nacional de Japón. A la estela de los recientes intentos de enmendar la constitución japonesa de posguerra, el ex embajador británico en el país nipón, Hugh Cortazzi, advirtió de que "aquellos que juegan con fuego podrían quemarse". El actual embajador británico en Japón, Tim Hitchens, también instó a Tokio a reconocer sus errores históricos.

El rechazo de Japón a reconocer sus errores y mostrar remordimiento o introspección es intolerable para la sociedad internacional y ciertamente no hace nada para ganarse confianza ni respeto. No es de extrañar que la gente compare a Japón y sus elementos desenfrenados de ala derecha con un criminal armado hasta los dientes que no se ha arrepentido y regresa a la comunidad. Los vecinos no tienen otra alternativa sino la de agarrar sus palas para defenderse y prepararse para lo peor.

Sólo con el reconocimiento de la historia es como uno puede superar los asuntos históricos. Después de la II Guerra Mundial, Willy Brandt, el entonces canciller federal alemán, se arrodilló frente a un monumento conmemorativo a las víctimas en Polonia, lo que desató en gran medida los grilletes espirituales que las atrocidades históricas impusieron a los alemanes. Al conmemorar el 70º aniversario de la liberación de Leningrado en enero de este año, el presidente alemán, Joachim Gauck, escribió una carta a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que se lee "Sólo puedo pensar con pena profunda y remordimiento sobre la guerra de exterminio lanzada por el régimen nazi de Alemania contra la Unión Soviética". Se tratan de las actitudes normales de un país normal hacia la historia. Alemania se ha convertido en un país líder en Europa hoy en día exactamente gracias a su petición sincera de disculpas y la introspección.

¿Cómo opinar sobre la invasión? ¿Cómo mirar los dolores y las lesiones causadas por el militarismo japonés sobre el pueblo asiático? ¿Cómo considerar el orden internacional después de la II Guerra Mundial? ¿Cómo respetar las soberanías territoriales de otros países? Éstas son las cuestiones sobre las que Japón debe reflexionar profundamente y descubrir las respuestas correctas. Se trata también de la llave para resolver los asuntos actuales en las relaciones sino-japonesas. En efecto, si Japón rechaza salir del círculo de vudú que trazó para sí mismo y se adhiere tercamente al desafío a la justicia internacional mediante la prestidigitación de las ilusiones históricas, le acompañaremos hasta el final. Sin embargo, si así debe ocurrir, será un final que provocará tremendas miserias a toda la nación japonesa.

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