BEIJING, 7 ene (Xinhua) -- Todos podemos tener sueños, pero el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, parece estar teniendo uno peligroso que podría arrastrar a Japón hacia un callejón sin salida nacionalista y poner en riesgo la estabilidad regional.
En un mensaje de Año Nuevo, Abe reiteró su determinación a modificar la Constitución pacifista del país redactada después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Con la modificación de la Constitución que renuncia a la guerra, Abe aspira a que se levante la prohibición al derecho a ejercer la autodefensa colectiva, lo que posibilita a Japón sostener una guerra.
Es bueno tener sueños. Sin embargo, el sueño de Abe sólo provocó profundos temores entre los países vecinos sobre el resurgimiento del fascismo en Japón. Eso debido a la búsqueda imprudente del poder militar por parte del primer ministro y su ceguera característica ante las atrocidades de guerra del país.
Al perseguir su sueño, Abe está poniendo en un riesgo mayor la seguridad de Japón, porque obviamente elevará las tensiones y empujará cada vez más a la región hacia el conflicto. La búsqueda del sueño del primer ministro tiene lugar a costa de los beneficios del pueblo japonés, porque distraerá la atención de la tarea vital de reactivar la economía de Japón.
Abe, quien ha jurado desde hace tiempo que modificará la Constitución, está tomando medidas para volver realidad su sueño.
En diciembre, el gabinete de Abe aprobó un paquete de política de defensa clave integrado por nuevas directrices del programa de defensa, un plan de fortalecimiento de defensa de cinco años y la estrategia de seguridad nacional.
En la estrategia de seguridad, Japón prometió buscar papeles más "proactivos" para sus fuerzas militares en el extranjero y establecer nuevas directrices sobre exportaciones de armas, lo que significa un gran cambio con respecto a su política restrictiva previa.
Un medio de comunicación japonés comentó que Japón ha dado un paso histórico para convertirse en una gran potencia militar.
A pesar de las dificultades económicas internas de Japón, una considerable cantidad de gasto gubernamental ha sido o será invertido en el reforzamiento del poderío militar en lugar de combatir la deflación de 15 años de duración.
En una entrevista exclusiva con "The Wall Street Journal" el 25 de octubre, Abe incluso dijo que concebía un Japón renaciente, que asumirá un liderazgo más firme en Asia para enfrentar el poder de China.
No es una gran sorpresa que desde que asumió el cargo, la estrategia diplomática de Abe siempre haya estado enfocada esencialmente en enfrentar a China a través de la promoción de la llamada "diplomacia orientada a valores".
El 26 de diciembre del año pasado, Abe provocó conmoción en todo el mundo al visitar el controvertido Santuario Yasukuni, donde se honra a los japoneses muertos en la guerra, incluidos 14 criminales de guerra de clase A de la Segunda Guerra Mundial.
La negación de Abe a las atrocidades de guerra que Japón cometió y su peligrosa obsesión constitucional dan a la comunidad internacional todas las razones para preocuparse porque Japón, bajo su liderazgo, podría convertirse en un saboteador de la estabilidad regional.