La crisis siria, la cual ha sido testigo de algunos avances y muchos retrocesos a lo largo del año, necesita mucho la sensatez internacional para ayudar a poner fin al conflicto y evitar posibles efectos indirectos en la región.
La crisis comenzó hace más de 33 meses y alcanzó un punto álgido en agosto, tras las acusaciones de que el gobierno sirio había perpetrado un ataque mortal con agentes químicos en los suburbios de Damasco, violando las regulaciones internacionales y suscitando el enfado mundial.
Siria negó las acusaciones y dijo que las fuerzas de la oposición habían fabricado el hecho y el cargo contra el gobierno para forzar la intervención extranjera en el país.
El ataque químico, el cual se cobró cientos de vidas, llevó al presidente estadounidense, Barack Obama, a considerar la acción militar contra el gobierno sirio.
En septiembre, inspectores de la ONU concluyeron que se habían empleado agentes químicos en el ataque perpetrado en el área de Ghouta, Damasco, pero no dijeron explícitamente quién era el culpable del ataque.
Para la sorpresa de todo el mundo, el presidente sirio, Bashar al-Assad, permitió que inspectores internacionales destruyeran el arsenal de armas químicas de Siria en virtud de un acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y Rusia.
El gesto evitó la amenaza de un ataque militar dirigido por Estados Unidos y dio una oportunidad a la vía diplomática.
Las Naciones Unidas indicaron en noviembre que el próximo 22 de enero se celebraría una segunda Conferencia de Ginebra, apodada Ginebra II, para buscar una solución a la crisis siria, ofreciendo una oportunidad para que el gobierno sirio y la oposición se sienten juntos por primera vez en la mesa de negociación.
Las potencias mundiales principales están deseosas de encontrar una solución pacífica al conflicto cuanto antes, en parte debido al temor de una amenaza creciente por parte de los yihadistas.
El número de yihadistas que se han unido al conflicto ha estado aumentando de manera constante, según informes, y se teme que puedan establecer una base para Al Qaeda, lo cual supondría una amenaza para la seguridad de los países vecinos y Europa. El jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, dijo recientemente que veía Siria como una base de operaciones prometedora.
La ministra del Interior belga, Joelle Milquet, dijo que cerca de 2.000 yihadistas europeos estaban luchando contra el régimen de Assad.
La funcionaria, junto con su homólogo francés, Manuel Valls, advirtió de que dichos yihadistas podrían regresar a sus países y volverse más radicales.
"El peligro de Al Qaeda, el cual el presidente Obama había dicho que se había reducido significativamente, ha aumentado de nuevo y supone una amenaza para todo el mundo, haciendo necesario que todas las partes concernientes trabajen unidas para resolver la crisis siria lo antes posible", dijo el analista político Ali Refai.
"A pesar de que la crisis siria surgió de demandas domésticas, ahora ha sido secuestrada por extremistas radicales, cuya presencia en Siria es una amenaza global", señaló Refai.
Funcionarios occidentales han insinuado que podría ser necesario reanudar las conversaciones con el régimen sirio, sugiriendo que la amenaza de los yihadistas es mucho más grande que la del actual gobierno sirio.
Incluso los grupos de la oposición siria han mostrado voluntad de entablar un diálogo con el gobierno debido a la creciente amenaza de los grupos yihadistas afiliados a Al Qaeda, tales como el Frente al-Nusra y el Estado Islámico en Irak y el Levante. La oposición ha enviado señales de que desea una solución rápida que pueda frenar el aumento del poder de los yihadistas.
La preocupación por el creciente riesgo que podrían suponer los yihadistas para sus países una vez que regresen de Siria ha aumentado en Europa y otros países.
El gobierno sirio ha aclarado que está dispuesto a participar en las conversaciones de paz, pero expresó su determinación de continuar su lucha contra el terrorismo.
Recientemente, las fuerzas armadas sirias han logrado varias nuevas victorias en diversos frentes contra los rebeldes, recapturando una serie de ciudades y posiciones estratégicas, y Damasco, sede del gobierno, está bajo el férreo control del ejército.
El significativo progreso del ejército contra los rebeldes casi ha extinguido los deseos de los grupos opositores del éxito militar, obligándoles a aceptar el hecho de que el diálogo es la única forma para poner fin al conflicto.
"Parece que el mundo ha llegado a la conclusión de que la violencia no va a terminar en el campo de batalla... El mejor lugar para poner fin al sufrimiento de Siria es definitivamente Ginebra", anotó Samar al-Hafez, veterana periodista y analista política siria.
La mayoría de los sirios han llegado a la convicción de que la crisis necesita grandes esfuerzos diplomáticos y una gran cantidad de sensatez internacional, aseveró.