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Diferenciación es la clave para la acción en cambio climático

Actualizado a las 27/11/2013 - 15:12
27/11/2013 (El Pueblo en Línea) - Las negociaciones sobre cambio climático que acaban de concluir en Varsovia han sido bien recibidas por los países en vías de desarrollo, ya que se ha reconocido el principio de diferenciación, aunque ahora hay que garantizar que estará incluido en el nuevo tratado.
Palabras clave:cambio,Diferenciación,climático
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27/11/2013 (El Pueblo en Línea) - Las negociaciones sobre cambio climático que acaban de concluir en Varsovia han sido bien recibidas por los países en vías de desarrollo, ya que se ha reconocido el principio de diferenciación, aunque ahora hay que garantizar que estará incluido en el nuevo tratado.

La diferenciación en la Convención sobre el Cambio Climático se basa en tres consideraciones.

En primer lugar, mientras que todos los países tienen que tomar "medidas", los países desarrollados querían que los países en vías de desarrollo se "comprometieran". Al final, todos los países han acordado hacer "contribuciones".

En segundo lugar, el inmovible principio de "responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas", que ayudó a mantener la diferenciación en los últimos veinte años, se ha redefinido para reflejar la realidad actual del crecimiento de las emisiones tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados.

El tercer elemento de diferenciación en la Convención será el tema de las negociaciones para 2014 cuando se discutan los "preparativos nacionales" a nivel multilateral. El Convenio estableció una diferenciación fundamental entre la evaluación de los efectos añadidos de las medidas adoptadas por los países en vías de desarrollo y la revisión de las compromisos para la reducción de emisiones en los países desarrollados. Es por ello que evitar hacer referencia al término "compromisos", voluntario o no, ha supuesto un logro.

Las emisiones de dióxido de carbono son el síntoma de la distribución y el uso de los recursos naturales, no su escasez.

La naturaleza de la urbanización de las sociedades industrializadas es la mayor fuerza impulsora de la creciente demanda de materiales y energía. Las ciudades producen tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La urbanización conlleva dos etapas, la creación de infraestructuras, o el consumo de recursos materiales como parte necesaria del proceso de desarrollo económico, y más tarde el establecimiento de un mayor número de cambios para promover nuevos patrones de consumo, que son en gran medida de bienes inmateriales y los servicios basados en estilos de vida específicos.

Una evaluación de los patrones, tendencias y controladores de las actividades que llevaron a la utilización del consumo global de carbono durante los últimos cien años muestra que las emisiones de dióxido de carbono se duplicaron entre 1920 y 1950, cuando la luz llegó a todos los lugares en los países desarrollados; se duplicaron nuevamente en 1970 cuando tres cuartas partes de la población se trasladó a las zonas urbanas; y de nuevo se duplicó gracias a los patrones de consumo de la clase media urbana que solo comenzó a estabilizarse alrededor del año 2000. Estas tendencias deben ser reconocidas por el sistema multilateral al considerar las emisiones de los países en vías de desarrollo.

¿Cómo garantizan los países en vías de desarrollo que el nuevo régimen de cambio climático será un intento genuino por hacer el pastel más grande en lugar de permitir que algunos cojan una porción mayor?

Las autoridades de los países en vías de desarrollo harán bien en repasar el Informe Mundial de Ciencias Sociales 2013: Cambiar el Medioambiente en el Mundo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, publicado en la Conferencia de Varsovia. El informe concluye que, "el clima y el cambio climático global deben ser fundamentalmente reformulados de un examen físico a un problema social".

Un análisis reciente se centraba en los patrones de consumo de las ciudades como el conductor de las emisiones mundiales. Por ejemplo, las emisiones de dióxido de carbono por transporte serán responsables de la mitad de las emisiones globales para el año 2050, perjudicando al planeta más que el uso del carbón para generar electricidad. Del mismo modo, mientras que la producción ganadera global es responsable del 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, la intensidad del carbono es el más alta en la carne, que aporta la mitad de las emisiones, pero el consumo de carne es bajo en los países en vías de desarrollo. La eficiencia energética tiene el potencial de reducir a la mitad las emisiones globales hasta 2050, por lo que estas tendencias son las que deben modificarse, y no el crecimiento de los países en vías desarrollo.

La opinión actual de los países en vías desarrollo es que el mundo afronta ahora este problema en parte porque los países desarrollados no tomaron las medidas adecuadas para reducir sus emisiones entre 1990 y 2012. Ahora, los países en vías de desarrollo necesitan llegar a una meta de desarrollo como lo hicieron los desarrollados. Para los países en vías de desarrollo el problema no es reducir las emisiones sino modificar las vías de crecimiento.

¿Cuál debe ser el enfoque para que la revisión de la información proporcionada por los países en vías de desarrollo reconozca la magnitud de la pobreza, sus contribuciones relativamente menores a las emisiones globales y los impactos adversos del cambio climático en los países en vías de desarrollo?

Esto requerirá un nuevo marco para la revisión de la información. En primer lugar, los países en vías de desarrollo deben indicar que sus niveles de bienestar de suministro eléctrico, urbanización y clase media se logran mediante una menor cuota per cápita de los recursos mundiales de carbono que la de los países desarrollados.

En segundo lugar, deben subrayar que la revisión debería enfocarse en los patrones de consumo y establecer normas mundiales para aspectos de altas emisiones como refugios, alimentación y transporte, como puntos de referencia que deben ser alcanzados por todos los países.

En tercer lugar, no puede hacerse ninguna referencia a las reducciones de emisiones anuales hasta que los países en vías de desarrollo logran niveles de bienestar estables, como ha ocurrido en los países desarrollados.

En cuarto lugar, la utilización del consumo de carbono entre 1850 y 2050 proporciona un medio para comparar el esfuerzo de todos los países, y el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, en su informe más reciente, ha sugerido que la vigilancia mundial se base en el consumo de carbono.

El autor es un ex asesor del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas.

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