ROMA, 12 mar (Xinhua) -- Si hay algo que la mayoría de las personas sabe en Italia sobre el nuevo primer ministro, Matteo Renzi, es su rechazo al altamente costoso y difícilmente manejable parlamento del país.
Analistas señalan que el legado de Renzi podría depender de que pueda hacer algo al respecto.
Antes de convertirse en primer ministro, Renzi, de 39 años, criticó a la cámara alta del parlamento, el Senado, al señalarlo como innecesario. Y como jefe de gobierno -una posición que ha mantenido desde el 22 de febrero- ha renovado sus exhortos para reducir el tamaño y el costo del sistema político del país. ¿Su objetivo más visible? El parlamento.
Entre ambas cámaras, el parlamento de Italia incluye 950 miembros -más que cualquier país europeo con excepción de la Gran Bretaña, donde la Cámara de los Lores tiene un papel consultivo y cuyos miembros no son sujetos de elección.
Hay razones históricas para un número tan elevado: la constitución italiana de 1948 fue diseñada para impulsar el poder del brazo legislativo del gobierno como una reacción al gobierno fascista que encabezó Benito Mussolini y su sólido brazo ejecutivo que condujo a Italia a la Segunda Guerra Mundial.
Pero no es sólo el tamaño de la legislatura lo que molesta a Renzi y otros críticos, es también su costo parlamentario.
Un nuevo estudio del grupo de cabildeo industrial Confindustria hizo ver que el salario promedio en la cámara baja, ahora de 121.000 euros, excluyendo beneficios que van desde viajes costeados a boletos para el fútbol, está entre los más altos del mundo y más del doble del promedio en Gran Bretaña, la única cámara legislativa europea comparable en tamaño.
En la punta de todo esto está el hecho de que el Parlamento es ineficaz. Casi todos los miembros se excluyen de votar sobre bases regulares y un buen puñado comparece para menos de un voto de 10.
La legislación propuesta en la cámara apenas tiene un uno por ciento de convertirse en ley y los bloques fracturados hacen todo un reto el alcanzar el consenso prácticamente para todas, aún las leyes más populares.
El problema para los planes de Renzi de confrontar los excesos del parlamento es que sus reformas necesitarán la aprobación del propio cuerpo legislativo que desea achicar.
Muchas de la reformas requerirían una amplia mayoría, lo que significa que dos terceras partes de los legisladores del país tendrían que votar por un proceso que podría implicar que pierdan sus empleos o cuando menos vieran mermar sus salarios y beneficios.
Renzi no es el primer dirigente político que se propone un cambio en el sistema político del país. Sólo en los dos últimos años, el antecesor de Renzi, Enrico Letta y Mario Monti lo intentaron y ambos fallaron.
"Esta será la batalla final", dijo Roberto Perotti, un profesor de macroeconomía en la Universidad Bocconi en Milán. "Si triunfa, pasará a la historia como el hombre que finalmente derrotó a la casta política en Italia", abundó.
Perotti es un miembro de la fuerza de tarea de Renzi creada para estudiar las formas de reducir el tamaño de la legislatura, pero con rapidez indica que el gusto de Renzi por reducir los costos no termina en el Parlamento.
Los consejos regionales, que incluyen a más de 1.000 consejeros regionales electos cuestan al país alrededor de 2.5 millones de euros -unos 3.500 millones de dólares estadunidenses- cada año, casi la mitad de los 6.000 millones de euros que se estima se gastan en los órganos legislativos electos en todos los niveles del gobierno.
Esa cifra subió en una octava parte el año pasado, dijo Perotti.
Renzi aludió el tema en su discurso en el parlamento antes del voto de confianza a finales de febrero. "La idea de que hay una clase política por un lado y ciudadanos promedio por el otro está agónica", dijo.