BRASILIA, 18 dic (Xinhua) -- El gobierno de Brasil anunció hoy miércoles que la presidenta Dilma Rousseff determinó la adquisición de 36 cazabombarderos Gripen NG de la empresa sueca Saab para el reequipamiento de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), en una decisión que pone fin a un proceso iniciado hace 15 años.
Al anunciar la decisión, el ministro de Defensa, Celso Amorim, afirmó que la elección se basó en varios criterios cuidadosamente analizados.
"La elección, como todos saben, fue objeto de estudios y ponderación muy cuidadosa. Tomó en cuenta 'performance' (desempeño), transferencia efectiva de tecnología y costo, no sólo de adquisición, sino (también) de mantenimiento. La elección se basó en el mejor equilibrio de esos tres factores", dijo el ministro.
Amorim subrayó que la compra permitirá que "en breve, tendremos aviones a la altura de la necesidad de defensa del país".
Resaltó que el contrato deberá incluir el acceso completo al código fuente del sistema de armamento de las aeronaves, para permitir que en el futuro puedan ser equipadas con armamento producido en Brasil.
La operación, apuntó el brigadier Marcelo Damasceno, será por 4.500 millones de dólares, y se desarrollará en un período que va hasta 2023.
Los cazabombarderos "servirán a las necesidades operacionales de la FAB para los próximos 30 años", y permitirán la defensa del país en suelo y mar.
"Permitirán a la FAB enfrentar amenazas en cualquier punto del territorio nacional con carga plena de armas. El conjunto de conocimientos y capacitación tecnológicos contribuirán para que la industria nacional se capacite para la producción de cazas de última generación a medio y largo plazo", señaló.
El comandante de la Aeronáutica, Juniti Saito, anunció que las aeronaves deben ser entregadas en un plazo máximo de cuatro años a partir de la firma del contrato, cuyos detalles aún deben ser negociados.
"Vamos a llevar entre 8 y 12 meses hasta la firma del contrato. A partir de entonces, 48 meses después deben estar llegando los primeros aviones", afirmó.
El Saab Gripen NG se impuso en la licitación en la que también competían los Rafale de la fabricante Dassault y el F-18 Super Hornet de la estadounidense Boeing.
El programa FX-2 prevé la compra de 36 aeronaves de combate, dominio del sistema de armas, alianzas con empresas brasileñas, acuerdos de cooperación técnico-operacional y la transferencia de tecnología para que Brasil pueda producir al menos parte de las aeronaves.
El anuncio ocurre días antes de la salida de operaciones de 12 cazas Mirage 2000 de la FAB, que el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) compró de Francia como medida provisoria.
Hasta que los Gripen NG sean entregados, la FAB utilizará para la defensa aérea seis Northrop F-5E modernizados, que habían sido adquiridos a fin de la década de 1980.
La semana pasada, el presidente francés Francois Hollande visitó Brasilia en compañía del presidente de la empresa Dassault Aviation, Eric Trappier, quienes se reunieron con la presidenta Rousseff.
La líder brasileña habría dicho a los visitantes, según la prensa, que el Rafale no sería el vencedor debido al alto precio de las aeronaves.
Analistas consideran que las revelaciones del ex agente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, siglas en inglés) de Estados Unidos, Edward Snowden, sobre el espionaje contra la propia Rousseff, sus principales colaboradores y la petrolera estatal Petrobras, habrían condicionado la decisión de no cerrar la operación con la Boeing.
Iniciado en 1998 en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), el programa FX preveía al comienzo la compra de 12 cazas supersónicos con transferencia de tecnología del fabricante para la FAB, que culminaría en un total de 120 unidades fabricadas en Brasil.
La decisión, que debía ser tomada hasta 2004, fue suspendida por el entonces presidente Lula da Silva, que lanzó el programa FX-2, con el proyecto de compra de 36 cazabombarderos en sustitución de los Mirage.
En 2009, Brasil y Francia llegaron a anunciar la operación en favor de los Rafale Dassault, pero luego el gobierno brasileño volvió atrás con la decisión.