Una amplia muestra de poco más de medio siglo de trabajo recoge la exposición "Gritos en la pared. Hitos del cartel cubano contemporáneo", que se exhibe en el habanero Museo Nacional de Bellas Artes, institución que celebra su centenario.
La exposición, abierta desde el pasado 8 de febrero y que permanecerá disponible hasta finales de abril, propone una aproximación al desarrollo de la cartelística en la isla en la Revolución y a los cambios en el lenguaje gráfico.
La principal atracción del público recae sobre unos 150 carteles considerados como clásicos, muchos de ellos creados por nombres imprescindibles de la cultura cubana como Eduardo Muñoz Bachs, René Azcuy, Raúl Martínez, Alfredo Roostgard, Umberto Peña y Eufemia Álvarez, entre otros.
Otros 50 corresponden a jóvenes talentos con una amplia producción artística, como Pepe Menéndez, Nelson Ponce, Gisselle Monzón y Raupa.
"Conviven en una historia que es muy larga con diferentes estilos, lo que no sé si podría llamarse 'la escuela cubana del cartel', pero sí un tronco común del cual los más jóvenes siguen bebiendo, y la exposición ofrece eso al público", dijo el diseñador y curador de la muestra, Pepe Menéndez.
Después de destacar el hecho de que son carteles originales, el especialista afirmó que la exposición intenta mostrar cómo la cartelística ha servido para dar un rostro a este país hacia el exterior y hacia los propios cubanos.
"Gritos en la pared..." constituye una antología de la historia y los lenguajes del diseño gráfico cubano, pues las obras reflejan diversas líneas temáticas, desde la propaganda política hasta la económica y cultural, con un espacio importante para la producción del cartel de cine.
En la muestra se observa una preponderancia del cartel cultural, un hecho que tiene su explicación en el valor que tuvo ese tipo de diseño en los años inmediatos al triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959.
A partir de 1961, con la creación del Consejo Nacional de Cultura, se prolongó el empleo del cartel cultural, a lo cual también contribuyeron los aportes generados por otras instituciones creadas por la Revolución triunfante, como la Casa de las Américas y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
El Consejo Nacional de Cultura promocionó todo lo concerniente al teatro, la danza, el ballet, la música y las artes plásticas, pues su función era la promoción de eventos e instituciones culturales, si bien se ocupó también del diseño de revistas.
En la llamada "época de oro de la cartelística cubana" las propuestas visuales se generalizaron sobre la base del compromiso con las ideas, aspecto en el que se destacan instituciones de renombre como el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la Casa de las Américas.
La guerra de Vietnam y la lucha por la liberación de los pueblos del Tercer Mundo estuvieron entre los principales temas que fueron motivo para los filmes de los primeros años de la industria y, por consecuencia directa, para sus carteles.
Sin alejarse de sus códigos visuales, la producción gráfica se acercó a la representativa del mejor cartel político del período, en el que el esteticismo de los carteles quedó intacto ante el deseo de manifestar el compromiso ideológico.
El Museo Nacional de Bellas Artes, que celebrará durante todo 2013 su centenario, por lo que organiza diversos proyectos curatoriales y un evento internacional previsto del 21 al 28 de abril, guarda más de 47.000 piezas patrimoniales en dos edificaciones que ofrecen una visión integradora de lo más valioso de la plástica cubana y de otras culturas.
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