De las siete a las nueve de la noche, el maestro les enseña a bailar. El único descanso viene después de la práctica. Según el maestro, “para ejercitar su potencia corporal, durante estas dos horas no les dejo descansar ni un minuto con el fin de que en las competencias y durante las presentaciones, puedan tener la fuerza y el espíritu suficientes frente a los espectadores y jueces”.