Por Gerardo Laborde
MONTEVIDEO, 17 dic (Xinhua) -- Después de años de fracasos y ausencias mundialistas, el cuarto puesto en Sudáfrica 2010 le devolvió la autoestima a la selección de fútbol de Uruguay.
Con un camino rumbo al Mundial Brasil 2014 igual de trabajoso, el país recostado en la margen oriental del Río de la Plata fue otra vez el último en sellar su boleto.
El invitado más incómodo para el país organizador es sin dudas La Celeste, que ya le arruinó su fiesta en 1950 en el "Maracanazo".
UN PROCESO
Oscar Tabárez volvió a dirigir la selección en marzo de 2006, meses después de la eliminación del Mundial de Alemania por penales en una repesca con Australia.
Al asumir, Tabárez que había llevado a Uruguay a Italia 1990, apostó por un trabajo coordinado de las selecciones juveniles y la absoluta con un sistema táctico único.
"Estoy muy conforme y gratamente sorprendido con los futbolistas. Me demostraron gran predisposición al trabajo, actitud y concentración", dijo tras el primer entrenamiento.
Esos conceptos los ratificaría años después.
En Sudáfrica, Uruguay tuvo la antipática tarea de eliminar al local imponiéndose en una serie que compartió con Francia y México.
La oportunidad de jugar la final la perdió a manos de Holanda y debió conformarse con la cuarta posición, la mejor actuación sudamericana en la copa.
Tabárez conformó un grupo unido y solidario en el que brilló el mediapunta Diego Forlán, elegido mejor jugador del Mundial en 2010.
Allí mostraron sus primeros destellos de grandeza los delanteros Luis Suárez y Edinson Cavani.
Cuando Uruguay salió a las calles a agradecer el desempeño, Tabárez ofreció al público un concepto que luego se apropiaron otros actores de la sociedad.
"El éxito no son solo los resultados, sino las dificultades que se pasan para obtenerlos y la lucha permanente y el espíritu de plantearse desafíos", aseveró por entonces "El Maestro".
Por eso, "el camino es la recompensa", concluyó ante una multitud que lo aplaudía en Montevideo.
Y la coronación para el grupo celeste fue ganar con autoridad la Copa América 2011 donde se dio el gusto de eliminar en cuartos de final al local, la Argentina de Lionel Messi.
El camino a Brasil parecía despejado con los primeros buenos resultados en la eliminatoria, pero un ciclo negativo de 2 puntos obtenidos en 18 lo llevó a ver de lejos la clasificación.
El camino a Brasil parecía despejado con los primeros buenos resultados en la eliminatoria, pero un ciclo negativo de 2 puntos obtenidos en 18 lo llevó a ver de lejos la clasificación.
Sin embargo, en el tramo final el equipo y las figuras reaparecieron con una racha positiva que se inició con un resonante triunfo a domicilio ante Venezuela.
Esa victoria fue la antesala del viaje a la Copa de las Confederaciones de Brasil, donde le jugó de igual a igual a todos, hasta el propio anfitrión, y terminó cuarto.
De vuelta en las eliminatorias, la Celeste confirmó la gran reacción y se aseguró el repechaje, que ganó sin contratiempos ante Jordania (5-0, 0-0). Por eso, "el camino es la recompensa", concluyó ante una multitud que lo aplaudía en Montevideo.
¿LA FINAL?
Ni bien Uruguay abrochó su boleto, una publicidad recreó al "fantasma"de 1950 al que parece temerle hasta el propio seleccionador brasileño Luiz Felipe Scolari.
Vestido con sábanas celestes y con el dorsal 50, este personaje televisivo asusta a brasileños en las calles y playas de Río de Janeiro.
Contra todos los pronósticos, Uruguay ganó el Mundial de Brasil 1950 cuando en el último partido de la copa revirtió el marcador (2-1) ante los locales.
El "Maracanazo" fue sellado con un gol de Alcides Ghiggia-único sobreviviente de la gesta-, a falta de 10 minutos, silenciando a los 200.000 aficionados locales.
"Sólo tres personas en la historia han conseguido hacer callar al Maracaná con solo un gesto: el papa Juan Pablo II, el cantante Frank Sinatra y yo", se jactó luego Ghiggia.
El fracaso llevó a que la selección brasileña dejara de utilizar la camiseta de color blanco y pasara al amarillo, que la hizo mundialmente célebre.
"Nosotros estamos preparados para jugar contra cualquier selección, eso sí, por favor, que no nos toque Uruguay, no quiero", comentó Scolari tras el sorteo mundialista en diciembre.
Para el estratega de la verde y amarilla, un choque con La Celeste tendría "muchas cosas en disputa, el pasado regresando al presente, no sería nada fácil".
Incluso, sería "mucho más complicado de lo que fue en la Copa Confederaciones, ellos plantearon un gran partido, sufrimos para lograr el triunfo".
"¿Se imaginan si perdemos? ¡Qué me toque otro equipo, ojalá!", deseó Scolari.
Brasil quedó emparejado en el Grupo A con México, Croacia y Camerún, mientras Uruguay está en el D junto a Costa Rica, Inglaterra e Italia.
El capitán y defensa de la selección, Diego Lugano, tomó distancia de la publicidad y cree que a su equipo no le favorece en la previa intentar revivir ningún fantasma.
"Lo importante siempre es ir con perfil bajo a todos lados y esto creo que no nos ayuda a bajar el perfil", explicó.
"La mejor manera que tenemos de respetar a nuestros héroes pasados (que jamás hicieron alarde de su victoria) es llegar con humildad, respeto y el sueño intacto de llegar a lo más alto", concluyó el temperamental zaguero.
El sorteo celebrado el 6 de diciembre en Costa do Sauipe deparó una grata sorpresa para los amantes del morbo.
Según el calendario, Uruguay y Brasil pueden enfrentarse en una final si terminan en la misma posición en sus grupos y luego avanzan hasta el partido del 13 de julio en Río de Janeiro.
Ghiggia adelantó que espera una final entre su selección y la Canarinha, ahora para verla como hincha y no como aguafiestas.