El departamento de San Marcos, suroeste de Guatemala y el más afectado por un terremoto de 7,2 grados en la escala de Richter, amaneció hoy bajo una atmósfera de muerte y desolación.
Los sobrevivientes del terremoto ocurrido la víspera carecen de agua, luz y teléfonos y aguardan esperanzados la ayuda gubernamental, que el presidente Otto Pérez Molina anunció el miércoles.
Tras el terremoto, el peor de los últimos 35 años, los residentes de esta población fronteriza con México, iniciaron hoy jueves un lento y doloroso proceso de recuperación, que incluye la sepultura de los 48 muertos que se cuentan hasta ahora como consecuencia del intenso movimiento telúrico.
Además, hay al menos 23 personas desaparecidas, unos 17.000 damnificados y más de un centenar de casas dañadas.
Los equipos de rescate retomaron esta mañana las labores de rescate a primera hora del día con la esperanza de hallar sobrevivientes.
Pero el derrumbe de la iglesia católica de San Marcos impedirá servicios religiosos a los muertos.
"Hoy voy a enterrar a mi esposa; ella no pudo salir a tiempo de la casa y le cayó una pared encima", contó un sobreviviente, aún lloroso y cerca del cadáver de la mujer que fue su esposa cubierto con una sábana.
Centenares de otros ciudadanos también comenzarán el triste proceso de enterrar a sus familiares en medio de las peores circunstancias de su vida.
En las calles de esta ciudad, ubicada a 250 kilómetros al suroeste de la capital guatemalteca, cientos de personas más apenas dormitaron en improvisadas carpas de cartón y láminas, habilitadas en medio de escombros y ante el temor de réplicas del temblor del miércoles.
Los servicios de protección civil habilitaron albergues para cientos de personas que se quedaron sin vivienda o que no pudieron regresar a sus viviendas por temor a las réplicas sísmicas.
Los precarios centros de salud de San Marcos se encuentran desbordados por decenas de personas heridas.
El departamento de San Marcos es un sitio de paso para muchos inmigrantes centroamericanos indocumentados, debido a su frontera con México, y punto de tránsito de drogas y narcotraficantes. Se le conoce como un lugar de paso de mercadería de contrabando que llega desde México.
La mayoría de la población se dedica a la industria, al turismo y a la fabricación de artesanías y cerámica. En varias regiones indígenas se siembran productos agrícolas que autoabastecen a sus habitantes como el café, maíz, algodón, trigo, papa, frutas y hortalizas.
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